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La policía exige a la sala Saatchi de Londres que retire unas fotos de niños

Scotland Yard intervino tras varias denuncias que consideraron que la muestra era obscena

Isabel Ferrer

Poco podía imaginar Charles Saatchi, millonario y coleccionista de arte, que la visita de la policía a su galería de arte en Londres acabaría tan mal. La sala exhibe fotografías elegidas por él de su archivo personal para la muestra Soy una cámara. Dos de ellas, firmadas por Tierney Gearon y en las que aparecen sus hijos jugando desnudos en la playa y orinando en la nieve, han merecido la atención de la unidad especial de publicaciones obscenas de Scotland Yard.

Tras haber recibido tres quejas anónimas de ciudadanos molestos por su tono supuestamente provocativo, el inspector Brian Ward ha exigido a la sala la retirada de ambas imágenes antes del jueves. De no hacerlo, sus agentes las requisarán sin contemplaciones porque podrían considerarse pornográficas y hay menores involucrados.

La sala Saatchi no se ha repuesto aún de la impresión que le produjo recibir la visita de Ward, vestido de paisano, que regresó luego de forma oficial con sus subalternos. La muestra lleva cerca de ocho semanas abierta, ha recibido buenas críticas y nadie se había quejado de la presencia de las fotos ahora en litigio. Gearon es una fotógrafa estadounidense afincada en el Reino Unido que se hizo profesional el pasado año y captó a sus dos hijos durante sendas vacaciones. Según ella, todos los padres guardan en sus álbumes fotos de sus niños en la playa con poca ropa. Para el trío de visitantes que formuló la denuncia, sin embargo, los cuerpos desnudos de Michael y Emily, que ocultan sus rostros tras unas máscaras, son de lo más turbador. La otra foto, en las que el chico orina en la nieve mientras su hermana patina resulta también equívoca y podría atraer a pederastas y pervertidos.

Con la polémica servida y el mundo del arte británico apoyando sin reservas a Saatchi y a la conservadora de la galería, Jenny Blythe, la prensa seria del país da por hecho que una de las quejas fue suscrita de forma interesada por el diario sensacionalista The News of the World, famoso por su vigorosa campaña contra la pederastia. La dirección de dicho rotativo lo niega, pero la fotógrafa ha desvelado que recibió la visita de dos reporteros a los que no conocía de nada horas después de haber sido advertida por la policía de que sus instantáneas debían desaparecer de la muestra. 'Los periodistas dijeron que venían de parte de The Daily Telegraph, pero no era verdad. Además, nadie tenía mi teléfono particular hasta que se lo di a los agentes', ha dicho Gearon.

Scotland Yard pidió asesoría legal antes de exigir la retirada tanto de las fotos como de las páginas del catálogo de la muestra donde éstas aparecen, firmado por el editor de arte Edward Booth-Clibborn. La sala Saatchi también ha solicitado consejo, esta vez al abogado experto en asuntos relativos a la libertad de expresión Geoffrey Robertson. Según él, la policía está errada porque las imágenes carecen de matiz sexual y no pueden considerarse indecentes. La sala se enfrentaría por tanto a la simple censura policial. De todos modos, el plazo dado por Scotland Yard para la retirada de las fotografías sigue en pie, y la galería tendrá que decidirse entre descolgarlas de sus paredes o bien demandar a los agentes por extralimitarse en sus funciones.

Mientras el asunto se aclara, los comentaristas británicos han recordado que la presentadora televisiva Julia Sommerville tuvo un problema similar en 1995. Un empleado de una tienda de revelado de fotos la denunció a la policía cuando vio unas fotos de su hija desnuda en la bañera. Cuatro semanas después de analizar a fondo la Ley de Protección de Menores para ver si podía aplicársele alguno de sus apartados, la fiscalía dejó correr el asunto.

'Es alentador pensar que nuestra policía tiene tiempo para visitar una sala de arte. Es una pena que no dedique sus horas de asueto a perseguir a pederastas en Internet o en la calle, en lugar de arrancar de las paredes fotos inocentes que suscitan toda clase de emociones, como cualquier expresión artística', decía el editorial dedicado el sábado a la polémica por The Guardian.

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