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Irlanda vive en un estado de 'emergencia nacional'

El descubrimiento de un caso de fiebre aftosa el pasado 28 de febrero en el condado de Armagh, en Irlanda del Norte, pero a tan sólo unos pocos kilómetros de la frontera con el sur, disparó inmediatamente todas las alarmas en la República. Al día siguiente, el primer ministro, Bertie Ahern, afirmó que el país encaraba una 'emergencia nacional' y anunció que tomaría 'medidas sin precedentes contra una amenaza sin precedentes'. 'El impacto de la epidemia en nuestra agricultura e industria alimentaría podría ser de dimensiones inimaginables', dijo Ahern, que no exageraba el peligro: el sector agrario emplea, directa o indirectamente, a un tercio de la población activa irlandesa y, en conjunto, aporta cerca del 35% del PIB del país.

A las llamadas de alerta del Gobierno se ha sumado también la Confederación de Empresarios (IBEC), cuyo director general, Timothy O'Sullivan, declaró esta semana que si se produce un caso de fiebre aftosa 'no sólo serán las granjas y las compañías de alimentación las perjudicadas, sino toda la industria y el transporte del área afectada'. Las medidas tomadas hasta ahora para evitar la temida aparición de ese primer caso -refuerzo de la frontera con el Ulster con soldados y policías, restricciones al movimiento de ganado, cierre de granjas, etcetéra- están teniendo ya efectos económicos: 10.000 trabajadores del sector cárnico irlandés han estado un par de días de esta semana de vacaciones obligadas al estar los mataderos cerrados en tanto no se ponga en marcha el nuevo sistema de permisos para el tránsito de ganado. Y el sindicato ya ha exigido compensaciones por este paro forzoso.

La situación para los granjeros también pinta bastante negra cuando aún no se habían recuperado de la crisis de las vacas locas. Los principales bancos del país, AIB, Bank of Ireland y el estatal ACC-Bank, han anunciado que serán solidarios con ellos en el tratamiento de sus préstamos, que en el caso del último banco representa un compromiso de 528 millones de euros.

El turismo, afectado

Pero las medidas preventivas también están produciendo daños colaterales en la economía irlandesa. Las suspensiones de competiciones deportivas y congresos científicos, el cierre de parques y caminos rurales y, sobre todo, la cancelación de las fiestas y desfiles del día de San Patricio, el gran día de gloria para los irlandeses de todo el mundo, el sábado que viene, se está traduciendo en la anulación de reservas hoteleras e incluso en el cierre temporal de algunos hostales rurales. La Confederación de la Industria Turística Irlandesa (ITIC) ha calculado que de no recuperarse la situación en las próximas semanas los beneficios podrían caer este año entre un 15% y un 20%, es decir, unas pérdidas de 500 millones de libras irlandesas (unos 105.000 millones de pesetas). Además, se consideran en serio peligro 20.000 empleos en el sector hotelero, una tercera parte del total.

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