El azaroso descanso de un caballero medieval

Juan Hurtado de Mendoza y Luján, segundo señor de Fresno del Torote y nieto del marqués de Santillana, cumplirá en unos meses su último deseo tras casi cinco siglos de espera: descansar en paz en una de las capillas de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en Fresno.

El féretro con los restos de este noble, que vivió entre los siglos XV y XVI, fue descubierto el pasado enero durante las obras de restauración de la citada iglesia parroquial. Se trataba de un sarcófago, de menos de un metro y medio de longitud y tapizado en tela negra, que se hallaba oculto en uno de los muros de la iglesia. Adherido a su tapa se encontró un documento notarial -conocido como la auténtica- que explicaba la azarosa vida de este notable madrileño y los diferentes lugares por donde había pasado su caja mortuoria. La auténtica deja claro en su primera línea que el ataúd sirve de descanso a 'los huesos del muy magnifico cavallero Don Juan Hurtado de Mendoça...' y que, por lo menos, sus restos han reposado en dos iglesias diferentes.

Los restos de Hurtado de Mendoza volverán al pueblo del que era 'magnífico señor'

El sorprendente hallazgo llevó a los responsables de la Viceconsejería de Promoción y Patrimonio a emprender un trabajo de investigación documental y a trasladar el ataúd al Instituto de Conservación y Restauración del Patrimonio Histórico del Ministerio de Cultura para que se le efectuasen los pertinentes exámenes antropológicos.

Ayer, en presencia de responsables de la Comunidad de Madrid, del Ministerio de Cultura, del obispado de Alcalá, de descendientes del marqués de Santillana y de una veintena de periodistas, se procedió a abrir el sarcófago. Una experta del Instituto de Conservación, destornillador en mano, hizo palanca entre la tapa y la caja. Los sellos lacrados cedieron.

En el interior de la caja se pudo ver entones un extraño escudo de tela cosido a la tapa -que los expertos de la Comunidad relacionan con las llagas sangrantes de Cristo y la Inquisición-, restos de lo que parecía ser un rústico crucifijo o entablillado, un cráneo, gran cantidad de restos óseos momificados y una gran tela de tonos marfiles o blanquecinos, que pertenece posiblemente a un sudario.

Un primer análisis mediante rayos x descartó que en el interior del sarcófago pudiera haber materiales metálicos. Los expertos no consideraron oportuno revolver los restos fuera del laboratorio.

Los técnicos ministeriales procederán, sin embargo, en los próximos meses a analizar los restos con detenimiento. José María Losada, consejero técnico del Instituto de Conservación del Patrimonio, manifestó ayer que el análisis de ADN permitirá 'conocer elementos relacionados con la historia de la familia [Mendoza] y detalles de cómo se hacían estas inhumaciones'. Y, tras el estudio, Juan Hurtado de Mendoza y Luján volverá a Fresno del Torote, tal y como adelantó la viceconsejera de Patrimonio, Rosa Basante.

Por el momento, los especialistas no se ponen de acuerdo sobre cómo y cuándo el finado llegó por primera vez a la iglesia de Fresno.

La Comunidad de Madrid sostiene que los restos del noble, enterrado en primera instancia en la capilla de los Lujanes de San Francisco (Guadalajara), fueron trasladados por su hijo, Juan Hurtado de Mendoza y Condelmario, a la capilla de Fresno cuando estuvo acabada pocos años después de la muerte del notable. Luego su rastro se perdería durante casi 500 años.

Sin embargo, Íñigo de Arteaga Martín, duque del Infantado y descendiente del marqués de Santillana, cree que algún antecesor suyo, durante la Guerra de la Independencia, trasladó el féretro desde el panteón de los Mendoza en Guadalajara a Fresno del Torote para evitar su saqueo por las tropas napoleónicas. 'Sólo así entiendo que no reposase en el panteón familiar', afirmó.

Solamente los próximos estudios históricos determinarán el itinerario del féretro durante los cinco últimos siglos. Por el momento, lo único seguro es que Juan Hurtado de Mendoza deseaba ser enterrado en Fresno del Torote, tal y como señala claramente la auténtica, algo que ayer la viceconsejera Rosa Basante se comprometió a cumplir.

La familia de los Mendoza está encabezada hoy por Íñigo de Arteaga y Martín (Madrid, 1941), que lleva el título de marqués de Santillana desde 1966. Este ex comandante de Iberia estuvo ayer presente durante la apertura del féretro de su antepasado. 'Es como la exhumación de un tío abuelo muy, muy lejano. Pero yo no tenía mucho trato con el difunto', señaló con evidente sorna cuando los periodistas le preguntaron incesantemente qué sentía ante el féretro de alguien que vivió hace cinco siglos y a quien las guerras, los avatares políticos o los descubrimientos arqueológicos no dejan descansar en paz.