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La fiebre aftosa conmociona las costumbres de los británicos

Tony Blair convoca urgentemente a sus ministros para buscar una salida a la crisis

Isabel Ferrer

La decisión de impedir el acceso de la ciudadanía al campo ha sido acogida con alivio por la Unión de Granjeros. Sus representantes, abrumados por el escaso civismo de centenares de excursionistas que continúan saliendo a pasear sin pensar que sus viajes pueden contribuir a llevar la enfermedad a zonas todavía limpias, habían pedido repetidas veces al Gobierno que impusiera de una vez restricciones claras. Los granjeros tienen que desinfectar sus propiedades y todas las granjas en cuarentena presentan grandes cubos de una sustancia rosácea donde hasta los veterinarios deben sumergir sus botas. Poco después del cierre de los caminos rurales, el National Trust, organismo que gestiona los parques naturales protegidos, optó por clausurar también los suyos. Uno de los mayores, el de Dartmoor, abierto en Devon, al suroeste del país, tampoco podía cruzarse desde ayer. Una parte es aprovechada normalmente para maniobras militares, pero cientos de reses y ovejas pastan en el terreno que queda libre.

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Una vez sellado el campo, el líder laborista, Tony Blair, convocó una reunión de urgencia con sus ministros Asuntos Exteriores e Interior, Agricultura y Medio Ambiente además del Tesoro para evaluar el monto de las compensaciones que serán abonadas a todos los afectados. Nick Brown, titular de Agricultura, había sugerido que los ganaderos sólo reembolsarían las pérdidas por animales sacrificados. Tras hablar con parte del Gabinete, Blair, indicó que estaba dispuesto a solicitar fondos comunitarios para resarcir también a los que no hayan podido vender a tiempo sus rebaños en los mercados ganaderos. En ambos casos, las cifras concretas están aún por decidir. El líder laborista no aclaró, por otro lado, si la fecha de las próximas elecciones generales, prevista para principios de mayo, será modificada La Unión de Granjeros cree que sería una temeridad hacer campaña en zonas rurales en las actuales circunstancias, pero Blair se reservó una opinión al respecto. Una posible convocatoria anticipada sin confirmar para el próximo 5 de abril, ha desaparecido de todos los calendarios políticos, incluida la oposición conservadora.

Lo que sí ha admitido claramente el Gobierno laborista es que, de mantenerse durante muchos más días la actual situación, la factura de esta nueva crisis puede costarle al país cerca de mil millones de libras (275.000 millones de pesetas) en exportaciones perdidas. Para los ganaderos, las perspectivas de recuperación del sector, destruido por la epidemia de las vacas locas, son cada vez más remotas. Los más optimistas suponen que la UE podría reanudar las importaciones de animales y productos cárnicos y lácteos unos 21 después de que los expertos declaren al Reino Unido libre del virus.

La enfermedad se ha saldado de momento con el sacrificio e incineración de unas 7.000 cabezas de ganado entre cerdos, reses y ovejas. La Unión de Granjeros, temerosa incluso de que algunos de sus miembros no soporten la tensión de estos días y se suiciden, ha llamado a un capellán rural para que conforte a los más atribulados. El Ejército de Salvación ha abierto a su vez una línea telefónica de carácter confidencial para apoyarles. 'Que yo no pueda repartir el correo entre las granjas es lo de menos comparado con lo que están pasando los dueños', dijo ayer un cartero rural en Devon. Hundidos por la crisis de las vacas locas, muchos propietarios de explotaciones pequeñas creen que la fiebre aftosa les arruinará para siempre. La enfermedad es una de las más temidas por el sector, que todavía recuerda el casi medio millón de animales incinerados durante la epidemia de 1967.

El virus animal se ha hecho notar también en el ámbito deportivo británico. La Asociación Nacional de Carreras de Caballos y Jinetes canceló ayer todas sus citas durante una semana. Dos de las carreras más importantes, la de Cheltenham, que suele congregar a centenares de participantes y aficionados irlandeses, y el mismo Grand National, convocado para abril, podrían suspenderse de no contenerse a tiempo la enfermedad. Los caballos no la padecen, pero se entrenan en el campo y pueden propagarla. Con la caza de zorros, ciervos y liebres canceladas en principio hasta el 7 de marzo, sólo quedaba ayer por decidir el futuro del encuentro de rugby del torneo Seis Naciones entre Gales e Irlanda, a disputar en la localidad galesa de Cardiff.

Decenas de vacas son descargadas en Essex para su incineración.
Decenas de vacas son descargadas en Essex para su incineración.AP

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