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ARCO 2001

Achille Bonito Oliva: 'Arroyo recuerda a un franquista de los sesenta'

El crítico y el director de la Bienal de Valencia se defienden en la feria de los ataques del pintor

Igual de bajitos, Bonito Oliva y Settembrini forman un tándem curioso y bien compenetrado. Settembrini dice que ha fichado a Bonito Oliva para Valencia 'porque es el único crítico que está a mi altura'. Y éste se pone a su lado y compara estaturas.

Visitante asiduo de Arco desde la primera edición, cuando exhibió fotos de desnudos suyos tumbado como una maja de Goya, Bonito Oliva dice que le sigue gustando la feria, 'porque es el gran evento cultural sistemático que le falta a Madrid, porque es un sitio ecléctico y porque está lleno de jóvenes que no pueden comprar pero que miran con mucha inteligencia y curiosidad'.

Pero los tiempos cambian, y ahora él y su amigo Settembrini están embarcados en la Bienal de Valencia, proyecto con 900 millones de pesetas de presupuesto que se inaugurará el 11 de junio y para el que han sido fichados por la subsecretaria de Promoción Cultural de la Generalitat, Consuelo Císcar.

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La idea ha recibido críticas feroces, sobre todo de Eduardo Arroyo, que ha declarado que la Bienal es 'una broma pesada', un signo de 'la exasperación de lo espectacular'; que Settembrini es 'un especialista en marketing y moda', que él y Bonito son unos 'cínicos italianos' y 'unos desaprensivos', y que este último es 'una especie de caradura con suerte, desprestigiado en el mundo entero, al que lo único que le interesa es trincar'.

Ayer, ambos defendieron con vehemencia la idea de Císcar, vincularon su trabajo a un concepto artístico 'deliberadamente popular' y afirmaron que la Bienal será una 'muestra auténtica y original, en la que habrá espectáculo pero también reflexión, globalización y afirmación internacional de la inteligente autonomía valenciana'.

Bonito Oliva explicó que su exposición, Cuerpo y pecado (una de las 8 programadas por Settembrini), incluirá a 100 artistas y contará como hilo conductor con una obra en progreso de Peter Greenaway. 'Será un paseo por el cuerpo del arte, por los pecados y las virtudes. Un recorrido lleno de peligros y admiración que funciona como un laberinto, estimulando el músculo atrofiado de ese espectador que sólo ve lo bidimensional, a través de la presencia de todos los lenguajes contemporáneos. Mi idea se inspira en El chip prodigioso'.

Settembrini y Bonito Oliva quieren aclarar también posibles dudas sobre su implicación política en el proyecto.

Explican, en primer lugar, que 'trabajar para las instituciones democráticas españolas no es en absoluto lo mismo que trabajar para Silvio Berlusconi o para Haider en Austria'.

'Aznar no es ni mucho menos tan peligroso como Berlusconi', añade Settembrini. 'Para Berlusconi yo nunca trabajaría, porque sus tendencias autorreferenciales, caudillistas y personalistas son terroríficas'.

Y en cuanto a las críticas de Eduardo Arroyo, Bonito Oliva dice: 'Su reacción me recuerda, objetivamente, al estilo franquista de los empresarios españoles de los años sesenta, que pedían proteger la industria sin dejar que viniera el capital de fuera. El arte no admite aduanas. Schengen no exige pasaportes. El arte actual trabaja sobre la globalización, y la respuesta a eso es la tribalización. Su postura es la de un artista aislado internacionalmente que favorece la autarquía cultural. Y si vamos por ese camino, acabamos en la limpieza étnica. Aparte de que olvida toda la solidaridad y el apoyo que Italia le dio cuando se exilió'.

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