El arte británico desembarca sin la provocación de sus figuras más conocidas
La selección de los tres comisarios ha privilegiado a galerías y colectivos emergentes
Es como si viniera a jugar la selección inglesa de fútbol y se dejara en casa a Beckham, Scholes y Owen. Podría darse el caso de que el partido fuera igualmente interesante, pero no sería lo mismo. En los últimos años no han abundado las figuras en el arte, y menos las jóvenes, excepto en el arte británico. Y resulta que en Arco, que este año tiene al Reino Unido como país invitado, no están. La selección realizada por los tres comisarios designados por la feria -Charles Esche, Matthew Higgs y Kim Sweet- incluye 46 galerías, organizaciones y publicaciones británicas que, en su mayoría, representan a las nuevas generaciones posteriores al boom del Young British Art, un movimiento cuya cabeza de cartel es el polémico Damien Hirst y que empieza a ser conocido ya por sus siglas, YBA. Poco puede verse de ellos en Arco, ya que las principales galerías que les representan no han acudido, y tampoco hay muchos artistas históricos de generaciones anteriores.
'Arco seleccionó a tres comisarios independientes que escriben y organizan exposiciones de una determinada generación más nueva, la suya, que es con la que trabajamos', afirma Matthew Higgs. 'Si hubieran elegido otro tipo de comisarios, seguramente se verían cosas más históricas. Nosotros pensamos que Arco no es un museo y, en cambio, ofrece un buen contexto para presentar a una nueva audiencia, que no tiene prejuicios, lo que se está produciendo ahora'.
Esta visión de que se está mostrando una selección de lo que está sucediendo ahora, y no hace diez años, la comparten gran parte de los galeristas y artistas que pueden encontrarse en el pabellón británico. Los comisarios, además, han hecho una doble apuesta. Por una parte, no distinguen entre galerías comerciales y espacios públicos o gestionados por artistas. Por otra, han abierto, más de palabra que de hecho, el arco geográfico para demostrar que en los próximos años habrá vida artística más allá del todopoderoso Londres.
La galería Collective, de Edimburgo, representaría los dos casos. Se trata de un espacio gestionado por una asociación de 250 artistas, en su mayoría escoceses, que reciben ayuda pública del consejo de arte local, pero que funcionan de forma independiente con un comité elegido por los socios. Se creó hace 15 años y, según explica Lyn Lowenstein, artista y miembro del comité, 'comenzó siendo un proyecto muy pequeñito y ahora es una de las galerías emergentes más importantes en la ciudad'.
'Hay mucha colaboración entre las galerías comerciales y los espacios gestionados por artistas; se apoyan y necesitan unos a otros porque ha sido uno de los factores que han contribuido al renacimiento del arte británico', afirma Jake Miller, director de la galería londinense The Approach. Sabe lo que dice porque cuando, en 1997, abrió sus puertas en la sala de reuniones de un pub del East End de Londres, The Approach era un espacio alternativo. Desde hace dos años es una de las galerías comerciales emergentes de mayor éxito.
La apuesta por las nuevas generaciones afecta también a las galerías veteranas. 'Nosotros trabajamos con tres generaciones de artistas, incluida la de ahora, que es la que predomina en la mayoría de galerías que han venido', afirma Pilar Corrias, codirectora de la galería londinense Lisson, con 33 años de historia y una caseta en la que presenta, entre otras, obras de Juan Muñoz y Anish Kapoor. 'Los artistas de la galería tienen entre 35 y 80 años, aunque es cierto que los de mayor éxito son los primeros', reconoce Anthony Reynolds, director de la galería londinense que lleva su nombre y que, entre otros, presenta obra de Mark Wallinger, el artista que representará al Reino Unido en la próxima Bienal de Venecia. Estas dos galerías ya habían participado en Arco cuando, hace una década, el mercado vivía una bonanza parecida a la actual. 'De momento, todo sigue funcionando bien, pero estamos expectantes ante la recesión que se anuncia', reconoce Pilar Corrias.
Es algo que a los artistas periféricos no les importa en exceso porque escasean las galerías comerciales fuera de Londres. 'En el fondo, es una ventaja porque esto da más libertad, ya que permite hacer proyectos sin tanta presión', dice Joanne Tatham, que, junto a Tom O'Sullivan, presentan la instalación The glamour, la única que puede verse en el pabellón británico, en el espacio de The Modern Institute de Glasgow, un centro de investigación y producción.
Otra meca del arte
'Nueva York es mucho ruido y pocas nueces. Mantiene el mercado, pero el ambiente artístico que se vive en Londres es más creativo y abierto'. Quien habla es una española, Ángela de la Cruz, artista que exhibe sus pinturas y esculturas en la Anthony Wilkinson Gallery. Lleva 13 años viviendo en Londres, adonde llegó tras acabar la carrera de Filosofía para estudiar en el famoso Gooldsmith's College. Ahora es profesora en diferentes universidades y lucha por hacerse un nombre en el competitivo mercado inglés, al que, sin embargo, defiende: 'Los galeristas son jóvenes y, en general, amigos. Hay mucha gente en las inauguraciones y la comisarios y críticos se han ganado un respeto por su independencia'. Como ella, Ana Genovés, hija y hermana de artistas, también se fue a Londres huyendo de la enseñanza española. Lleva doce años y lo que más destaca es el carácter internacional y antiacadémico de las escuelas y el importante papel que tienen los colectivos. 'Es lo más interesante, que puedes mostrar tu trabajo sin esperar a la galería porque los espacios alternativos tienen convocatoria'.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.