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Reportaje:

Negocios a la antigua usanza

Los empresarios catalanes con intereses en Marruecos sortean como pueden los obstáculos del país magrebí

'Enseñar una foto acompañado de un ministro abre muchas puertas'. Los negocios en Marruecos se cierran a la vieja usanza. La excesiva burocracia, los elevados costes energéticos y de transporte, la inexistente legislación laboral y mercantil y una arbitraria administración no han representado ningún impedimento para las más de 200 empresas catalanas con intereses económicos en este país magrebí. Y para saltarse los obstáculos siempre caben los manidos recursos de las influencias, como el de la foto, según asegura uno de los empresarios catalanes que acompaña a Jordi Pujol durante su viaje a Marruecos.

Pero la barata y abundante mano de obra justifica cualquier inversión. Sólo por este concepto, los costes de producción son entre un 40% y un 50% más bajos en Marruecos que en España, de ahí que muchos empresarios hayan optado por ampliar sus plantas o, en algunos casos, trasladarlas hasta este país magrebí. 'Un minuto de confección en España cuesta 30 pesetas, en Marruecos 15 pesetas', afirma Joan Canals, de la empresa Pulligan, con una histórica presencia en Marruecos. Las compañías buscan en este país mano de obra abundante e intensiva. En ningún caso especializada. Para eso están otros mercados laborales, como los del este.

Los bajos costes laborales no constituyen las únicas ventajas que ofrece Marruecos. Las empresas extranjeras gozan además de distintas rebajas fiscales durante cinco años, como un tipo reducido del 8% del impuesto de sociedades, mientras que en España se sitúa en el 35%.

Un convenio entre los gobiernos de ambos países permite a las empresas tributar tan sólo en uno de ellos. Pero además, las compañías se aseguran pocos conflictos laborales con sus trabajadores. Los sindicatos casi son inexistentes, y su única implantación e influencia, aunque mínima, está en Casablanca, la capital económica del país. De ahí que casi todas las compañías elijan las poblaciones rurales para instalar sus plantas. Y sobre todo en el norte de Marruecos, mucho mejor comunicado con España que el sur.

'Un camión de Tánger a Barcelona tarda sólo 24 horas', destaca otro de los empresarios, que pide permanecer en el anonimato, consciente de los recelos que crea entre los sindicatos españoles el fenómeno de la deslocalización industrial. Marruecos, además, carece de legislación laboral -el Parlamento lleva casi dos años discutiendo una ley- y no existe ninguna legislación que vincule a empresa y trabajador, por lo que el despido no comporta excesivas dificultades. Y los sueldos de una firma española son casi el doble que una marroquí.

La excesiva burocracia marroquí es el principal problema para los empresarios extranjeros. Roca Radiadores ha sido una de las que más ha sufrido la lentitud de la administración. En la actualidad está sopesando si amplía su fábrica de Marruecos o se decide por Polonia. Y la inversión no es baladí: 1.500 millones de pesetas y la creación de un centenar de puestos de trabajo. Algunas constructoras han tardado más de un año desde que el Gobierno les ha adjudicado la construcción de unas obras hasta que han firmado el contrato. Sin embargo, muchas empresas continúan ampliando sus instalaciones en Marruecos. Es el caso de Pulligan, que inaugurará una nueva planta en Tánger el próximo mes de marzo y dará trabajo a 100 personas.

Hoy Jordi Pujol visitará diversas fábricas catalanas en el norte de Marruecos. Sus directivos llevaban más de cuatro años pidiendo a la Administración que mejorara los accesos a las plantas. Sólo el paso de la comitiva del presidente catalán ha convencido a las autoridades marroquíes de esta necesidad. Y hoy estarán arreglados.

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