Euskadi exporta más de 2.100 toneladas al año de residuos tóxicos para su incineración
El Gobierno mantiene aplazado el proyecto de construir un depósito de desechos peligrosos
La necesidad de exportar residuos peligrosos viene motivada por la falta de infraestructuras en Euskadi para tratarlos. El proyecto de construcción de un depósito con estos desechos tóxicos se encuentra paralizado desde hace más de quince años. El anterior equipo del Departamento de Medio Ambiente, en manos socialistas hasta 1995, acordó con los empresarios su construcción y se estudió invertir 1.000 millones para una instalación con capacidad para 300.000 toneladas.
Pero la resistencia de los municipios sondeados a albergar una instalación de estas características y la llegada de Eusko Alkartasuna a Medio Ambiente, partido que sigue aún en la consejería, paralizaron el proyecto. Los nuevos responsables políticos del departamento han priorizado el reciclaje. El consejero Patxi Ormazabal ha comentado a este diario que el depósito es una iniciativa aplazada y que actualmente no se está realizando ninguna gestión para impulsarlo.
'Nosotros hemos desistido porque la ubicación aquí es muy complicada', asegura el directivo de una empresa vasca dedicada al medio ambiente. 'Éste ha sido un tema dejado de la mano de Dios, teniendo en cuenta los riesgos de envenenamiento de los residuos tóxicos tirados por ahí con todo lo que llueve en Euskadi', añade.
Diferentes soluciones
Esta situación obliga a distintas soluciones para las 282.000 toneladas anuales de residuos tóxicos producidas que están controladas en Euskadi en 1999, según el último inventario realizado por el Departamento de Medio Ambiente, a las que se unen alrededor de 90.000 toneladas sobre las que se reconoce que no hay control. A estas cifras habría que añadir otras 56.000 toneladas importadas del resto de España y el extranjero.
De los 282.000 toneladas controladas, una cuarta parte se recicla y con el resto se aplican tratamientos para eliminar la toxicidad o se trasladan a depósitos de seguridad que sí existen en otras comunidades autónomas españolas. En concreto hay cinco instalaciones: Cetransa, en Valladolid; el complejo medioambiental de Andalucía (Huelva); Secolen (Castellón); Técnicas de Protección Ambiental (Madrid), y Trademed (Murcia). Sin embargo, según señalan fuentes del sector, sólo tres -los de Huelva, Valladolid y Murcia- aceptan hoy día residuos de otras comunidades.
Por ello, una parte de los residuos tóxicos deben ir al extranjero donde hay incineradoras o plantas con la tecnología suficiente para recuperarlos o destruirlos. Según los datos del Departamento de Medio Ambiente referidos a 1999, existen 37 residuos tóxicos diferentes que salen hacia Europa. La mayor parte de ellos acaban incinerados en plantas de Bélgica y Holanda: son 25 y fundamentalmente son policlorobicenilos (PCB), hidrocarburos clorados y residuos sanitarios. Se cifran en más de 2.100 toneladas del total de 5.100 toneladas exportadas, tanto generadas en Euskadi como en otras comunidades autónomas. Las otras 3.000 toneladas, procedentes de 12 diferentes desechos, se destinan a recuperación energética, de metales o materias orgánicas.
'Las cantidades varían cada año. Depende sobre todo de los cambios que hacen las empresas con sus transformadores, que tienen PCB y que es el 80% de los residuos que exportamos. Es difícil cuantificar a cuántas empresas gestionamos al año los residuos. Potencialmente podríamos trabajar con todas las empresas que consumen energía en alta', comenta un representante de Ekonor, uno de los gestores autorizados de residuos tóxicos que hay en Euskadi.
Esta empresa los lleva a incineradoras de Bélgica y Holanda. El recurso a otros países se traduce en costes, que varían según el tipo de residuo de que se trate. En el caso de los PCBs y los desechos sanitarios, ahora oscila entre las 170 y 180 pesetas por kilo, mientras que los disolventes halogenados se elevan hasta las 250 y 280 pesetas, debido a su menor cantidad.
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