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Reportaje:

Mil y un 'Requiem' por Verdi en Italia

Parma toma las riendas de la conmemoración del centenario de la muerte del compositor

Las notas de la Misa de Requiem de Giuseppe Verdi, compuesta en memoria del escritor Alessandro Manzoni, sonaron ayer de un extremo a otro de Italia, interpretadas por las principales orquestas del país en homenaje al compositor fallecido el 27 de enero de 1901. Con el Requiem comienza oficialmente el Festival Verdi, una verdadera orgía de celebraciones, homenajes y representaciones de las obras del músico italiano más famoso de todos los tiempos. Parma, capital del ducado del mismo nombre donde nació el compositor en 1813, que ha invertido miles de millones de liras en el evento, acogió ayer en la catedral una versión del Requiem, dirigida por el ruso Valery Gergiev, que tuvo como invitado al presidente de la República italiana, Carlo Azeglio Ciampi.

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Italia entera de tiñó de Verdi, un compositor que resume para los italianos una identidad nacional siempre necesitada de confirmaciones. Se escucharon las notas de la famosa misa en la basílica de San Marco de Milán, -donde se estrenó por primera vez en 1874-, ejecutadas por la orquesta de la Scala a las órdenes de Riccardo Muti. Todo el país pudo escuchar la interpretación a través de radio Rai3 que la retransmitió en directo dentro del programa de 36 horas dedicado al compositor bajo el título Sempre Verdi.

Resurrección cultural

En directo, se ejecutó también en la iglesia de Santa María de Trastévere, en Roma, en Génova y en decenas de otras ciudades italianas más, como preámbulo a la gran cita de Parma, donde la solemne interpretación fue transmitida en directo por la Radiotelevisión Pública italiana. En Busseto, el pueblo de Verdi, de sólo 5.000 habitantes, que cuenta con un diminuto teatrito, el director de cine Franco Zeffirelli puso en escena una versión miniatura de Aida, la ópera triunfal del compositor, confirmando la decisión de los vecinos de no dejarse avasallar por Parma.

La rica ciudad del Norte, conocida por sus delicias gastronómicas, está dispuesta a echar el resto para hacer del Festival Verdi un motor de resurrección cultural (y económica) tras años de declive. El Estado italiano, la región Emilia-Romagna, y el ayuntamiento de Parma, además de una larga lista de empresarios privados han contribuido a financiar los más de 8.000 millones de pesetas que ha costado la reforma del Teatro Regio, la puesta a punto del museo multimedia dedicado al melodrama lírico en el Palazzo Cusani y el nuevo Auditorio musical diseñado por Renzo Piano que estará listo el verano próximo.

Parma quiere a toda costa convertirse en la Salzburgo de Verdi aunque para ello no basta la voluntad de los poderes públicos. Pese a que las relaciones del compositor con su tierra natal (tanto Busseto como Parma) no fueron lo que se dice idílicas, a Verdi no le faltaron honores y reconocimientos en vida. Al contrario, el suyo es un caso evidente de artista profeta en su patria, porque Italia entera, superado el primer traspiés a los inicios de su carrera, se volcó en aplaudirle y mimarle. El ayuntamiento de Milán -en cuyo Gran Hotel falleció el músico el 27 de enero del 1901-, ordenó cubrir de paja las calles de los alrededores para no perturbar con el ruido del tráfico la agonía del compositor. La devoción al maestro era tal que el traslado de sus restos al asilo para músicos que él mismo había financiado, se convirtió en un fastuoso funeral de Estado. Por eso, como apuntaba ayer el crítico de un diario italiano, lo verdaderamente novedoso habría sido 'celebrar el centenario de Verdi sin una sola representación'. Porque sin necesidad de aniversario alguno sus óperas son las más representadas en los teatros líricos de todo el mundo. Arias como La donna è mobile, Va' Pensiero, Di quella Pira son estribillos familiares para millones de personas que ni siquiera conocen el nombre de su autor.

Y, sin embargo, la conmemoración del centenario de su muerte no podía pasar de puntillas en Italia. Después de la exhaustiva exposición sobre su vida y su obra del Teatro Real de Milán, de las decenas de publicaciones biográficas y musicales y de las reediciones de sus obras; después de la inauguración de la temporada de la Scala (el primer teatro italiano) con Il Trovatore, a la que seguirán once óperas del compositor este año, los teatros de Parma, Génova, Venecia y la Arena de Verona proyectan nuevas representaciones de sus principales títulos.

En el resto del mundo, la conmemoración del Año Verdi se extiende por numerosos países europeos y por Estados Unidos. La Ópera de Viena ofrece cada noche, hasta el próximo día 31, una ópera del autor. En Berlín, los festejos pasan por una acumulación de posibilidades, pues los teatros de la capital ofrecen 35 representaciones de sus óperas y el pasado jueves la ciudad fue el escenario del feliz encuentro entre la Filarmónica de Berlín, el Orfeón Donostiarra y dos coros suecos, que interpretaron el Requiem a las órdenes de Claudio Abbado. La Ópera de París tiene previsto recuperar montajes de Nabucco y Don Carlo, mientras que la Royal Opera de Londres acogerá Falstaff, La Traviata y Otello. El próximo 8 de marzo, el Met de Nueva York estrenará una nueva producción de Nabucco con Joan Pons y Maria Guleghina.

Ayer, en Barcelona, un público heterogéneo asistió al maratón de tres conciertos en el Liceo, dentro de los actos del Año Verdi, informa Belén Ginart. El precio de las entradas, de 1.500 pesetas para cada función, contribuyó al lleno absoluto de este programa que hizo un repaso cronológico de la producción completa de Verdi a través de fragmentos de 28 óperas, desde el Oberto, conte di San Bonifacio (1839) hasta el Falstaff (1893).

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