Habas contadas
Me consta que son muchos los miembros con derecho a voto de la Academia que este año no han tenido que resolver dilemas para decidir su voto, ni que para decidirse han padecido demasiados quebraderos de cabeza, ni que finalmente, como les ha ocurrido otros años, han tenido que acudir -salvo quizás en algún apartado de los considerados menores, los de la mal llamada pedrea, que no es tal- al sorteo casero, al cara o cruz, para taponar de manera expeditiva con cuatro buenos títulos los cuatro renglones en blanco de las papeletas de votación.
El buen cine español del año 2000 son habas contadas, y estas pocas habas son precisamente las que llenan las candidaturas de los goyas que vienen. Pero hay una exclusión que no comparto, ni entiendo, la de La espalda del mundo, que es un vigoroso documento que contiene, en forma de metáfora de gran precisión, una muy bella ficción. Creo que este singular filme está, por razones objetivas y de forma indiscutible, entre esas habas contadas del buen cine español de este último año, y, en consecuencia, debiera optar a algún goya, el que sea.
Golpe de luz
Un rasgo inteligente de la lista de películas elegidas es la inesperada, e inimaginable hasta hace poco, presencia entre ellas de una obra hecha con tanta escasez de medios como abundancia de instinto cinematográfico. Obviamente, me refiero a El Bola, un alarde de transparencia que apareció sin avisar en las pantallas pequeñas del festival de San Sebastián y desde ellas hizo sentir que tenía todo el derecho a estar en las pantallas grandes. Los profesionales de la Academia se han comportado como tales profesionales al advertir la relevancia del trabajo que hay detrás de las imágenes de este filme primerizo, elaborado en plena calle con un golpe de antigua solvencia. Se lleve en febrero lo que se lleve, y si no se lleva nada, El Bola será, sin duda, aunque no sea la mejor, la película del año 2000.
Babelia
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