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ENERGÍA NUCLEAR

El emigrante que se endeudó hasta las cejas

A Antonio Jiménez, El Niño, le desaparece la sonrisa cuando habla de la central. Él fue uno de los emigrantes que volvieron entusiasmados a su pueblo para hacer fortuna en el amplio sector de servicios que generaba la presencia de miles de obreros en el diminuto pueblo. Dejó su trabajo como celador en un hospital en Londres y se endeudó hasta las cejas para abrir un bar y dos discotecas. Llegó la moratoria, se fueron las empresas, y con ellas los clientes.

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