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SEGURIDAD ALIMENTARIA

Inmovilizada la mayor granja lechera de León por el mal de las 'vacas locas'

El dueño apunta a los piensos como la causa

En la granja de Algadefe, propiedad de José Herrero Conejo, de 47 años, se ha desarrollado en los últimos 20 años una importante mejora genética, con semen de productos de la Diputación provincial. En esta explotación, fue sacrificada una vaca supuestamente afectada por el mal, llamada Matosa, que nació en 1995, tras resbalar en la sala de ordeño y resentirse de la caída a los pocos días. Se trataba de una vaca frisona de 5 años, nacida en la propia explotación. Su abuela tuvo 9 partos en la granja, su madre 8 y ella 3. Dos de sus hijas están aún en la explotación.

El propietario de la explotación trasladó la res al centro de Rebisa de Cabreros del Río, donde fue incinerada. Los análisis efectuados por veterinarios del Ministerio detectaron el mal. La enfermedad fue confirmada por un segundo análisis realizado en Algete. Matosa no tuvo ninguno de los síntomas típicos del mal de las vacas locas, ni siquiera temblores, ni pérdida de equilibrio, dice el dueño.

Herrero cuenta con fichas de sus vacas desde 1985 y ha explicado a EL PAÍS que duda de que Matosa padezca la encefalopatía espongiforme bovina. 'He pedido que hagan la prueba del ADN pero dicen que no lo contempla la ley', dice. 'Desde hace 8 o 10 años no creo en los piensos compuestos y por eso después de darles el pienso de arranque hasta los 4 o 5 meses les hago una mezcla de harina de maiz, soja, alfalfa, pulpa y un corrector mineral. Por eso, esto, me descuadra', manifestó visiblemente afectado. Según Herrero, el único problema, de confirmarse el mal, podría haber estado precisamente en los primeros piensos dados a la edad de ternera o en la leche maternizada que antes daba a las crias. Ahora, ante la abundancia de leche de sus propias vacas, cría a las terneras con leche natural.

Las vacas de Herrero han quedado siempre en los primeros puestos en ferias de ganado no sólo de las inmediaciones, como en la que se celebra en Toral de los Guzmanes, la población donde compra los piensos a la cooperativa Vega-Esla.En la explotación de Herrero trabaja su hijo, dos sobrinos y un cuñado. De confirmarse el primer diagnóstico, las vacas serán sacrificadas, aunque en las pruebas efectuadas en ellas no se ha detectado ninguna enfermedad, según la Junta.

La granja de Juan Carlos Alonso, un joven ganadero de Quintanilla de Rueda -con unas 60 reses- vendió el pasado verano la segunda vaca supuestamente enferma, en este caso de engorde, a una tercera explotación del pueblo de Las Salas, cerca del embalse de Riaño, propiedad de José Francisco Escanciano González. Alonso sufrió hace unos meses un duro revés al detectarse en los animales un foco de brucelosis. Laurentino Alonso, padre de Juan Carlos, cedió la granja a su hijo. 'Ahora, tengo que sacrificar todas, me dice la Junta. Todos los años he saneado las vacas y ahora me viene esto', dice el anciano. En este caso, la res supuestamente afectada, nieta de una vaca austriaca, sufrió un 'accidente', al 'caerse por una ladera' según el delegado de la Junta en León, Luis Aznar.

Ninguno de los tres ganaderos afectados revelaron supuestos síntomas del mal en sus vacas, ya que la enfermedad fue detectada después de muertas, antes de la incineración, hace entre 8 y 10 días, según Aznar.

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