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Tribuna:Circuito científico
Tribuna
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¿Qué le pasa a la I+D? Luis Sanz Menéndez

El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado los resultados de la estadística de I+D correspondiente a 1999. El gasto interno en I+D presenta un crecimiento del 6% respecto al año anterior, alcanzando la cifra de 831.000 millones de pesetas, sin embargo, su peso retrocedió una centésima sobre el PIB hasta el 0,89%. El dato es sorprendente, pero sólo para aquellos que no conocen las estadísticas de I+D.No quiero discutir la insoslayable necesidad de un mayor esfuerzo por parte del Estado y las empresas en la I+D, sino simplemente dar algunas respuestas parciales a cómo los procesos de medición, y lo que éstos reflejan, pueden producir paradojas. El Estado ha hecho en los últimos años un esfuerzo en el incremento de las partidas presupuestarias destinadas a la I+D (la denominada función 54). Entre 1998 y 1999 los créditos presupuestarios destinados a I+D crecieron en un 46 %, bien es verdad que, excluyendo las partidas presupuestarias destinadas a créditos reembolsables para las empresas (capítulo VIII), este crecimiento alcanzó algo más del 12%. ¿Cuál es el problema?

Debe recordarse que desde 1994 los datos detallados en I+D sólo se obtienen en años impares, siendo los correspondientes a años pares estimaciones y así se reflejan en las estadísticas del INE. La estimación de gasto en I+D para 1998, significó un crecimiento estimado del 16,7 %. Pues bien, una posible explicación de los pobres resultados de 1999 estaría en los procedimientos para realizar las estimaciones; se podría pensar que, en 1998, se sobreestimó el gasto y que, cuando se ha realizado la medición en 1999, se han compensado los efectos de la sobreestimación del año anterior.

Pero tras este problema meramente técnico hay otros sustantivos, dado que el incremento de los fondos procedentes de los Presupuestos Generales del Estado, cuyo destino es la I+D, parece tener efectos muy limitados en las macromagnitudes del gasto en I+D. Repasemos algunas de las posibles explicaciones y las soluciones que quedan en manos directas del sector público.

La primera es que las empresas, que reciben los créditos reembolsables, los consideran como financiación propia y, dada su naturaleza de financiación para el desarrollo de procesos de fabricación, no la consideran I+D propiamente dicha, por lo que no la incluyen en el cuestionario de I+D del INE. Esto explicaría por qué la ingente cantidad de recursos que se prestan a las empresas no aparece transformada en macromagnitudes estadísticas. En 1998 y 1999 se presupuestaron casi 350.000 millones de pesetas en capítulo VIII de los Presupuestos, y el gasto en I+D ejecutado por las empresas, entre 1997 y 1999, según la estadística del INE, solamente creció en 105.000 millones.

La segunda explicación, y más relevante para la acción, se encuentra en la composición del gasto en I+D; esto es, qué se incluye en el mismo: casi un 60 % del mismo son retribuciones. El montante total es el resultado de multiplicar el número total de investigadores y personal de I+D y por sus respectivos salarios. Aquí está la clave del estancamiento de las macromagnitudes, pues la evolución de esta variable no depende de la marcha de la función 54, salvo para los OPIS.

Más del 60% del personal de I+D y el 76% de los investigadores se encuentran en el sector público (universidades y centros de investigación). Las retribuciones de los empleados públicos, como fruto de las necesidades de convergencia económica en el euro y reducción del déficit, han ido perdiendo anualmente poder adquisitivo y peso con relación al PIB. Así observamos incluso que a pesar de que el gasto crece en términos reales, sin embargo pierde peso con relación al PIB, ante la evolución extremadamente favorable de éste.

Por otro lado, el número de investigadores ha crecido sistemáticamente, se ha pasado de 80.000 personas empleadas en I+D, en 1995, a más de 102.000 en 1999; un 28% de crecimiento. Sin embargo, los que se integran en el sistema de investigación, los que hacen crecer las cifras, lo suelen hacer con becas o contratos de bajo nivel retributivo, claramente inadecuados a la vista de las inversiones de capital humano realizadas.

Así pues, aunque ha crecido el gasto presupuestario en I+D, sin embargo, la masa salarial está estancada y retrocediendo su peso con relación a la I+D. La evolución de la retribución media, en descenso en términos reales desde 1993, confirma esta explicación.

Las lecciones de este análisis nos ofrecen ideas para conseguir un mejor resultado en las magnitudes de gasto I+D: más investigadores (e inversiones en I+D), pero también investigadores con salarios más próximos a los de los colegas de otros países de la UE, con condiciones profesionales y con una carrera investigadora estable, pero no necesariamente funcionarial.

Hay que recordar que la única vez en la historia de España, entre 1983 y 1989, en que el gasto de I+D registrado creció radicalmente no fue tanto el resultado de la expansión de los fondos de la función 54, como el resultado de tres procesos asociados al aumento del número de investigadores y de sus condiciones retributivas: un cambio de posición institucional de personas que estaban en precario en el sistema universitario (los penenes que tras la idoneidad pasaron a ser titulares) con el consiguiente aumento de sus retribuciones; un significativo aumento de plazas nuevas de investigador en el CSIC y otros OPIS; y la expansión de plazas de profesores universitarios derivada del crecimiento del sistema de universidades.

En definitiva la guerra que los sucesivos gobiernos, socialistas y populares, libran contra la magia de las estadísticas de I+D españolas está perdida hasta que no aumentemos el número de investigadores y sus retribuciones a niveles similares a los de la media de la UE.

Luis Sanz Menéndez es investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

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