El deterioro de la economía de Japón acentúa el temor a una nueva recesión el próximo año
Japón acaba el año con un aluvión de malas nuevas. El desempleo creció en noviembre una décima, hasta el 4,8%, el máximo en nueve meses. El gasto familiar cayó un 2,3%, y la producción de coches, un 1%. Todo esto se conoció ayer. Pero el Gobierno ya sabía que la economía iba a crecer menos de lo esperado, que el pesimismo de los empresarios se había acentuado, que el yen se había revalorizado frente al dólar a un máximo de 16 meses en perjuicio de sus exportaciones y que la Bolsa acumula una caída del 30% en lo que va de año. Como remate, Japón carga con la mayor deuda de entre los países ricos.
Reducción del presupuesto
Japón no logra salir de su espiral. Su economía estaba en recesión hace dos años. Desde entonces, el Gobierno ha inyectado, mediante diez planes de reactivación, unos 212 billones de pesetas de dinero público para reactivarla. El crecimiento de la actividad ha sido muy moderado pero la deuda del Estado se ha disparado y supera ya los 670 billones, el 130% del PIB. Para colmo, la economía estadounidense, el principal cliente de los productos japoneses, se está desacelerando lo suficiente como para frenar las exportaciones.El Banco de Japón, en su último informe del 18 de diciembre, advierte de que a pesar de la ligera recuperación de la economía entre el año pasado y éste, la situación es grave. Los japoneses no consumen, no gastan, no invierten. Temen quedarse sin empleo y sin ingresos. Así que siguen ahorrando. Los empresarios son pesimistas, son muy cautelosos y tampoco invierten lo suficiente como para que la actividad económica dé un vuelco. En 1999, el PIB japonés creció apenas un 1% y se espera un 1,2% para este año, frente al 1,5% previsto. Japón vivió cinco trimestres de recesión consecutivos entre finales de 1997 y todo 1998.
A pesar de estas perspectivas, el Gobierno decidió este año rebajar su presupuesto por primera vez en los últimos seis años. El presupuesto para el año fiscal japonés, que comienza el 1 de abril de 2001, será de 97,6 billones de pesetas, un 2,7% más bajo que el aprobado para este año. El ministro de Finanzas, Kiichi Miyazawa, declaró que "Japón no está ahora en condiciones de comenzar a recortar su presupuesto, pero dada la preocupación exterior por la enorme deuda del país, hemos recortado el presupuesto y este año emitiremos menos bonos de deuda de lo que estaba previsto". Con todo, Miyazawa dijo que tenía previsto emitir deuda por valor de 157 billones de pesetas el próximo año. Los analistas sitúan la deuda entre el 200% y 220% del PIB para 2004. El banco central ha intervenido en numerosas ocasiones en los mercados de divisas para mantener el yen lo más bajo posible frente al dólar e impulsar así las exportaciones. El yen se revalorizó hasta alcanzar un máximo de 16 meses frente al dólar. Cotiza por encima de 113 yenes por dólar.
La apreciación del yen y el enfriamiento de la economía de EE UU ha disparado el pesimismo de los empresarios japoneses, según el último informe tankan, que mide la confianza de los industriales en el futuro de la economía. La caída de la demanda del mercado estadounidense ya ha provocado un retroceso del 1% en la producción automovilística japonesa en noviembre pasado. Pese a este dato, Toyota y Honda, el primer y segundo fabricante del país, prevén aumentar sus ventas y su producción en 2001. Sus proyecciones apuntan a que venderán más en el mercado interno y también en el mercado estadounidense. Esta previsión de la industria de coches japonesa va en contra de la de sus rivales de EE UU. General Motors, Ford y Chrysler han anunciado recortes de producción, miles de despidos e incluso el cierre de algunas plantas ensambladoras. Los japoneses atribuyen esta diferencia a que sus coches son más pequeños y baratos.
El Banco de Japón y muchos analistas extranjeros, sin embargo, sostienen que a estas proyecciones optimistas de la industria automovilística japonesa se les escapa algo: el desplome de la Bolsa de Tokio en lo que va de año (ha retrocedido un 30%) y lo que ello significa para los bancos japoneses. Masaru Hiyami ha declarado que "la caída del índice Nikkei puede dañar severamente a los bancos, puesto que dependen mucho de las ganancias que puedan obtener de sus inversiones en títulos para ir liquidando los préstamos incobrables".
Dos años después de que los bancos japoneses fuesen golpeados por la crisis asiática, aún no se ha recuperado a pesar del dinero público que recibieron para ese fin. Añadido a esto, los bancos siguieron acumulando préstamos morosos para respaldar a las compañías para que éstas salgan de números rojos. Todos las grandes bancos japoneses tienen participaciones cruzadas en las mayores compañías del país. La caída de las acciones de esas compañías reduce los ingresos que los bancos esperaban obtener por la venta de esas acciones.
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