La desconfianza en el primer ministro agrava la coyuntura
Las malas nuevas económicas no asustarían tanto, según los analistas, si el Gobierno del primer ministro Yoshiro Mori no acentuara el pesimismo de los japoneses. Mori es tan poco popular, que la semana pasada dio marcha atrás en su plan de incrementar los impuestos sobre las bebidas alcohólicas y objetos de lujo, entre otros, que hubiesen ayudado a aliviar la deuda. Según un analista de Daiwa Securities, "el Gobierno suspendió la medida para no obstaculizar el consumo, pero no sólo no logró impulsarlo, sino que atemorizó a los japoneses, que saben que con un déficit tan grande, Japón tendrá que subir los impuestos, y que cuanto más tarde mayor será el incremento. El efecto, pues, fue el contrario. Los japoneses se apresuraron a ahorrar en espera de tiempos peores, después de las elecciones de julio".
El mismo analista, en coincidencia con informes de la agencia Standard & Poor's y el banco de inversión Salomon Smith Barney, destacó que lo que salva a Japón del hundimiento es que aún es el mayor acreedor del mundo. Se calcula que los activos del país en el extranjero equivalen a un billón de dólares (180 billones de pesetas, casi dos veces el PIB español).
Japón, además, aún posee la mayor tasa mundial de ahorro privado. En el caso de la deuda, sólo el 6% de los bonos están en manos de extranjeros, lo que convierte a Japón es uno de los pocos países cuyos acreedores están dentro de sus fronteras. Añadido a esto, el Banco de Japón posee unas reservas de 39,6 billones de pesetas, la mayor entre todos los bancos centrales.
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