Petróleo por información
Un centenar de rusos vigila a EE UU desde un centro de espionaje en Cuba que Moscú paga con gasolina
La desaparición de la Unión Soviética acabó con la mayor parte de los vínculos económicos y políticos bilaterales, pero no logró socavar uno de los pilares importantes sobre los que descansó la alianza entre Moscú y La Habana durante tres décadas: la utilización del territorio cubano para espiar a Estados Unidos.Para los dirigentes soviéticos las relaciones con Cuba siempre tuvieron un alto valor estratégico. La primera demostración fue la crisis de los misiles, que puso al mundo al borde de la guerra atómica pero permitió a Moscú acabar con el desequilibrio en el arsenal de armas nucleares, que entonces favorecía a Estados Unidos.
Con la guerra fría en pleno apogeo, a finales de los años setenta, la URSS estableció en la isla uno de los mayores centros de espionaje electrónico en el hemisferio occidental: la base de telecomunicaciones de Lourdes. Desde este centro, Moscú controló -y sigue controlando- no sólo lo que pasaba dentro de Estados Unidos, sino lo que ocurría en todo el hemisferio, incluyendo los movimientos de barcos y aviones en casi toda el área.
Cuando hace una década la URSS se desintegró, Moscú se llevó la brigada de 2.800 soldados que mantenía destacada en la isla desde la época de la crisis de octubre, pero no desactivó la base de Lourdes. Según fuentes norteamericanas, la instalación, situada a las afueras de La Habana, es manejada por técnicos y militares rusos -cuya cifra se aproxima al centenar- y Rusia paga por su uso anualmente 200 millones de dólares (unos 37.000 millones de pesetas) de arrendamiento al Ejército cubano.
Al parecer, una buena parte de este alquiler se abona con suministros de petróleo, que nunca han dejado de llegar a la isla puntualmente -incluso en la época en que los intercambios comerciales entre ambas naciones se redujeron prácticamente a cero-.
La base de Lourdes -un gran campo de antenas y parábolas que nace en medio de la vegetación tropical- ha sido manzana de la discordia entre el Kremlin y el Gobierno de Estados Unidos. En varias ocasiones el Congreso norteamericano ha tratado de condicionar la concesión de ayudas a Moscú argumentando que parte de este dinero sería empleado para pagar a Cuba su colaboración en el espionaje a EE UU. Sin embargo, las autoridades rusas tienen una visión muy diferente del asunto y no están dispuestas a hacer ninguna concesión a EE UU en este terreno.
El embajador de Rusia en La Habana, Andrei Dimitriev, considera que Lourdes tiene una gran importancia no sólo para su país, sino "en la esfera estratégica internacional". Gracias a ella, afirma, Rusia "tiene un medio para observar el cumplimiento por parte de EE UU de los acuerdos de limitación y reducción de armamentos estratégicos". Sirve, además, "como medio de comunicación" de las representacines rusas en América Latina "y para funciones de navegación", y por si fuera poco -argumenta Dimitriev- "Estados Unidos tiene varios centros similares en las fronteras de Rusia".
Vladímir Putin, que antes de ser presidente trabajó en el KGB, dejó bien claro durante su visita a Cuba la importancia que concedía a las labores que se realizan en la base de Lourdes: en su programa oficial, de poco más de 24 horas, incluyó una visita a este centro de espionaje nacido durante los tiempos duros de la guerra fría.
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