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Dos historiadores colocan a Goya en el último carnaval de la Revolución Francesa

Victor I. Stoichita y Anna María Coderch estudian en un libro la modernidad del pintor

El rumano Victor I. Stoichita y la española Anna María Coderch forman una pareja de historiadores unidos por el estudio de la pintura española en un contexto europeo. Ahora firman el libro El último carnaval. Un ensayo sobre Goya (Ediciones Siruela), donde establecen un paralelismo entre el carnaval y la Revolución Francesa en los últimos años del Siglo de las Luces, a través de dos personajes situados en el límite: el pintor Francisco de Goya y el escritor marqués de Sade. El juego de Goya, como un león en la selva, ofrece un mensaje "personal, moderno y universal".

Stoichita, catedrático de Historia del Arte en la Universidad suiza de Friburgo desde 1991, se encontraba ayer en Alemania, en cuyas universidades ha permanecido diez años, dando una conferencia sobre el retrato de la familia de Carlos IV, de Goya. Sus libros se forman en estas charlas y artículos, desde la publicación reciente de su tesis doctoral, La invención del cuadro (Ediciones del Serbal), y con anterioridad, El ojo místico. Pintura y visión religiosa en el siglo de oro español (Alianza) y Breve historia de la sombra (Ediciones Siruela).El último carnaval. Un ensayo sobre Goya también comenzó hace seis años en un seminario en Friburgo, con otras intervenciones en España. En este caso, Stoichita ha armado la estructura del libro y su mujer, Anna María Coderch, historiadora del arte, ha participado "en un trabajo de collage" con la documentación y la versión española del texto.

"Goya nos ha fascinado", declaró ayer Anna María Coderch desde Friburgo. "El artista permite entrar en su mundo, que es también la historia del arte, de la filosofía, de la política. Es uno de los grandes artistas europeos, un adelantado de la modernidad, con unas obsesiones muy españolas pero al mismo tiempo universales, como los temas de la catástrofe, del nihilismo de la vida, del mundo al revés, el mundo como mascarada".

Los autores están convencidos de que Goya hizo coincidir el anuncio de la venta de la serie Caprichos con el miércoles de ceniza de 1799, el día del último carnaval del siglo XVIII. Con este descubrimiento entran en el imaginario europeo del final del siglo a través de la fiesta del carnaval y la Revolución Francesa, entre 1789 y 1800. En este escenario, los historiadores sitúan a Goya y al marqués de Sade.

"La visión del cambio de siglo es muy sugerente y el ensayo está abierto a otras interpretaciones. El carnaval pone todo patas arriba, y lo mismo ocurre con la Revolución Francesa, que cuestiona las estructuras del poder. Son momentos de caos, de forzar las barreras de lo permisivo. La propia Revolución tiene miedo del carnaval y prohíbe el disfraz, la máscara, para evitar que entre la anarquía".

Anna María Coderch añade que a través del marqués de Sade eligen uno de los grandes temas de la época, como es la moral. "Es una visión moral de la vida y Sade se vale de los temas del mundo cristiano para subvertirlos. En este sentido, tiene un contacto metafórico con Goya, que habla de lo que no se puede hablar. Goya expone las miradas de lo que no se puede mirar. Caprichos y los Desastres es una sátira moral y social, con un efecto caricaturesco pero muy actual. Es la doble visión de Goya, personal y universal, con una tradición en Cervantes, Gracián y Quevedo. A veces se representa como un león, porque el mundo es la selva y tiene que estar alerta. Critica a los demás pero desde sí mismo, como hacía Picasso".

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