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Reportaje:SALUD CARDIOLOGÍA

Las comidas copiosas multiplican por cuatro el riesgo de infarto

Desencadenantes y riesgos

Una digestión pesada puede resultar fatal para el corazón. En las dos horas siguientes a un atracón, el riesgo de sufrir un infarto aumenta cuatro veces, de acuerdo con un estudio presentado por el cardiólogo mexicano Francisco López-Jiménez en la reciente reunión de la Asociación Americana del Corazón (AHA) en Nueva Orleans (EE UU). Este riesgo es especialmente alto entre quienes padecen enfermedad coronaria, igual que ocurre con otros factores desencadenantes, como pueden ser una emoción intensa, un ataque de cólera o un ejercicio físico extenuante."Es la primera vez que se muestra que la comida excesiva, por sí misma, aumenta el riesgo de un ataque cardiaco", afirma López-Jiménez, que trabaja desde hace seis años en el Hospital Brigham and Women de Boston (EE UU), una de las mecas de la cardiología mundial. "Esperamos que los resultados de nuestro estudio ayuden a convencer a la gente de que hay que tener más cuidado con las comidas excepcionalmente abundantes, sobre todo las personas que padecen enfermedad coronaria o han sufrido un infarto".

El estudio, que está pendiente de publicación, según López-Jiménez, pero ya cuenta con el respaldo de la AHA, se basa en una encuesta realizada a 1.986 hombres y mujeres sobre lo que habían comido antes de sufrir un ataque al corazón. De ellos, 158 habían ingerido una comida excesiva en las 26 horas que precedieron al ataque, y 25 lo habían hecho en las dos horas previas, que son las más críticas.

La comida copiosa no es exactamente uno de los factores de riesgo del infarto, sino que pertenece a la categoría de factores desencadenantes. Los primeros son congénitos o se van desarrollando con el tiempo, mientras que los segundos se presentan en un momento dado de la vida, pero ambos son potencialmente peligrosos, según los investigadores.El riesgo individual de sufrir un infarto depende de la acumulación de factores de riesgo, de su grado de intensidad y de la presencia ocasional de factores desencadenantes.

La edad avanzada (cuatro de cada cinco infartos ocurren en mayores de 65 años), el sexo masculino y los antecedentes familiares son tres de los principales factores de riesgo de la patología coronaria, pero éstos no son modificables. Los que sí pueden controlarse, mediante fármacos o cambios en el estilo de vida, son, por ahora, media docena: el tabaquismo, los niveles elevados de colesterol en sangre, la hipertensión, la inactividad física, el sobrepeso y la diabetes.

Junto a estos seis grande factores de riesgo están otros menos precisos e importantes que también pueden contribuir a la enfermedad, como son el exceso de alcohol, el haber tomado píldoras anticonceptivas de primera generación o el estrés, que a su vez puede inducir a fumar o a comer en exceso.

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