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¿Seguirá Euskadi en la Unión Europea?

Andrés Ortega

Xabier Arzalluz equivoca o se equivoca. En un País Vasco independiente, no sería cuestión de que, como ha declarado a Der Spiegel, fueran "los inmigrantes que no quieran asumir la nacionalidad vasca" los que recibieran un "trato similar a los alemanes en Mallorca" (votando sólo en las municipales), sino que serían los supuestos ciudadanos vascos los que correrían el riesgo de dejar de pertenecer a la Unión Europea. De todas formas, la presencia alemana en Mallorca tiene, más allá de su capacidad de voto en elecciones municipales, una importancia económica crucial: controla un 30% del suelo inmobiliario local, con importantes repercusiones. Pero esto es lo de menos. Lo de más es que a los independentistas en territorios de la UE no les conviene mirar de frente a un problema que acabaría siendo central: que el nuevo Estado independiente no permanecería automáticamente en la Unión Europea. ¿Acaso los independentistas piensan que podrían, sin más, seguir en la UE? Un territorio de un Estado miembro no puede independizarse y pretender, sin más, seguir como miembro de la Unión Europea. Sería un nuevo Estado fuera de la Unión. En el mejor de los casos tendría que negociar su ingreso -y las condiciones- recabando la unanimidad de todos los Estados miembros. Incluido, claro está, el Estado de origen. En el peor, podría quedarse fuera.Sólo ha habido un caso de un territorio que se haya salido de la UE: Argelia tras su independencia de Francia, que, se reconocerá, es peculiar y ya queda lejos. Groenlandia se salió de la UE, pero se quedó en su Estado. (Todo ello se explica con más detalles en 'Escisión y permanencia en la UE: aproximación a un marco teórico sin precedentes', en Claves, marzo de 2000).

El Tratado de la Unión Europea habla de crear "una Unión más estrecha entre los pueblos de Europa" y de "organizar de modo coherente y solidario las relaciones entre los Estados miembros y entre sus pueblos". El separatismo no tiene cabida en esta Unión Europea, y los que lo propugnan engañan a sus audiencias, ocultándoselo. La UE da cabida a muchas formas de Estado: centralizado, federal, autonómico, etcétera. Pero, sobre todo, en esta Unión Europea de la moneda única, de decisiones crecientemente tomadas por mayoría cualificada, que avanza hacia la constitución efectiva de una identidad europea de seguridad y de defensa y la de una política exterior y de seguridad común, con un mercado único y libre circulación de personas, servicios, mercancías y capitales, los independentismos han perdido todo sentido.

Esto no significa que la UE y sus miembros no acepten el principio de la autodeterminación, pues lo han hecho en el Acta Final de Helsinki de 1975 y otros textos posteriores, aunque de una forma restringida por la integridad territorial. Este principio ha servido en la UE para la unificación de las dos Alemanias y para favorecer, difuminando la cuestión de la soberanía e impulsando proyectos intercomunitarios, el proceso de paz en Irlanda del Norte. La autodeterminación en la UE se ha aplicado para unir, no para separar.

La conclusión es que las secesiones en los Estados de la Unión Europea son posibles, pero a un precio que puede resultar muy elevado, tanto para los secesionistas como incluso para los Estados de origen. Todo el proceso de la Unión Europea, a la vez que relativiza el concepto de soberanía y lo transforma, lleva no a imposibilitar las secesiones, sino a que resulten absurdas, salvo para los que quieren alienarse de esta Europa. Pero de que "los vascos" independientes, tal como lo entienden Arzalluz y otros, dejarían de ser ciudadanos europeos, y podrían tener que sacar sus pasaportes para viajar a Europa, no se habla, ni de otros aspectos de esa hipotética enajenación que no sienten los alemanes en Mallorca, muy europeos ellos.

aortega@elpais.es

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