Transparencia
Vigo, Alcoy y ahora Barcelona. El brote de legionelosis que afecta al barrio marítimo de la Barceloneta ha vuelto a poner de actualidad un fenómeno dramático y cada vez más frecuente: la existencia de focos infecciosos que tienen gran poder de contagio y son muy difíciles de localizar y controlar. Estos brotes suelen afectar a muchas personas y fácilmente desencadenan una crisis sanitaria. Por eso, la diligencia de las autoridades en adoptar las primeras medidas preventivas es esencial. Como lo es la transparencia informativa, porque todo ciudadano ostenta el derecho a la información, más aún cuando el riesgo le afecta personalmente.Ésta ha sido una de las carencias más notorias en los casos de legionella ocurridos en Alcoy, donde ya se contabilizan dos muertos y 120 infectados en una sucesión de brotes que se inició en septiembre de 1999 y cuya causa aún se desconoce. Carencias informativas graves se produjeron también en Vigo. Peor fue el silencio del hospital de Figueres y del Departamento de Sanidad de Cataluña, que secuestraron durante semanas la información sobre la existencia de un brote de hepatitis C en el servicio de urgencias del hospital, secuestro repetido en la intoxicación que afectó a 158 escolares barceloneses por una bacteria que se encontraba en la carne.
El temor a la alarma social suele ser el argumento que esgrimen las autoridades sanitarias para justificar sus demoras y carencias informativas. Se equivocan. El oscurantismo y la opacidad generan un daño mayor, porque disparan la rumorología y acaban creando una alarma indiscriminada e innecesaria. En situaciones que generan inquietud, el mejor antídoto es facilitar los datos disponibles, aunque no sean completos. Como ha hecho el Ayuntamiento de Barcelona, en cooperación con la Generalitat, que esta vez ha aprendido de la penosa experiencia reciente, explicando el problema a la opinión pública apenas unas horas después de notificarse el brote.
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