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Los viejos editores nunca mueren

Fue un acto nostálgico, como piden los homenajes, pero también una afirmación de continuidad y, en cierto modo, de combate. Al final del ese acto, último de los realizados con motivo de los 40 años de Lumen, quedó claro que los viejos editores, como los viejos rockeros, nunca mueren. Esther Tusquets tiene anunciada para diciembre su jubilación en Lumen, pero la alineación de lujo formada por ella misma, Jorge Herralde y Beatriz de Moura se encargó anoche en el fórum de la Fnac barcelonesa de poner las cosas en su sitio. Aquellos editores marcaron una época y siguen dispuestos a dar batalla.Tusquets, De Moura y Herralde dejaron claro que los editores surgidos en los sesenta tienen un temple especial. "Éramos jóvenes, éramos amigos y nos unía el antifranquismo", recordó Esteher Tusquets. Y, abierta ya la veda de la nostalgia, se habló de la sombra alargada y eficaz de Carlos Barral, de la unión de varios pequeños editores para crear la distribuidora Enlace, de la gauche divine, por supuesto, de la censura, del franquismo, del antifranquismo; y de los inicios nada fáciles de Lumen, de Tusquets y de Anagrama, tres editoriales hoy consideradas básicas.

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"Todos pasamos por momentos difíciles", recordó Esther Tusquets, "pero siempre llegó a tiempo algún éxito inesperado que nos permitió continuar. Los siete primeros años de Lumen perdimos dinero, pero llegaron los libros de Umberto Eco y la Mafalda de Quino y todo se arregló. El azar siempre ayuda".

En el caso de Tusquets, el "azar" que vino en ayuda de la editorial en tiempos difíciles fueron los éxitos de Relato del náufrago, de Gabriel García Márquez, y de los libros de Woody Allen, cuando aún sus películas no habían llegado a España. En el caso de Anagrama, la solución milagrosa a la crisis fueron La conjura de los necios, de John Kennedy Toole, y los primeros libros de Patricia Highsmith.

"El secreto de nuestra supervivencia supongo que está en que nunca creímos que una editorial es sólo un negocio. Se debe ganar dinero para seguir adelante, pero no es sólo un negocio", dijo Esther Tusquets. "Carlos Barral siempre lo decía: una editorial no es como la Pepsi Cola".

La amistad entre los tres editores, forjada en la Barcelona gauche divine de los sesenta, ha sobrevivido al paso del tiempo y confiesan que nunca se han peleado por un autor. "Había un fair play que se ha perdido", dijo Beatriz de Moura. "Y tampoco había el mercado que hay ahora", sentenció Jorge Herralde. "Los grandes grupos de ahora sacan el talonario y se llevan al autor que los pequeños editores han estado formando".

La dificultad por dar salida al fondo editorial, la competencia de los grandes grupos y la superproducción de títulos fueron algunas de las quejas sobre la edición actual. De todos modos, no faltaron palabras de ánimo para los pequeños editores que, como hicieron ellos hace más de treinta años, están naciendo ahora. "Hasta el último momento siempre puedes ganar el partido".

El acto se terminó con felicitaciones a Esther Tusquets por los cuarenta años de Lumen. No se cantó el Cumpleaños feliz, pero casi.

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