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Un sistema de alarma

¿Por qué el dolor? "Necesitamos un sistema de alarma", recuerda Pierre Césaro, profesor de neurología del hospital Henri-Mondor, en Créteil (París). "Este sistema se llama la nocicepción, es decir, el conjunto de funciones del organismo que permiten detectar, percibir y reaccionar a estímulos potencialmente nocivos. El dolor forma parte de estas funciones", añade Césaro, pero no sólo tiene su origen en los tejidos periféricos, puede ser también de tipo nervioso o psíquico. Entre los mecanismos generadores del dolor se pueden distinguir tres grandes categorías: -

E Por exceso de nocicepción: Son los más frecuentes (80%). Se explican por un proceso patológico activo en el nivel periférico del sistema transmisor de mensajes nociceptivos. Las vías de estos dolores nacen en la piel, las articulaciones, el conjunto de las paredes de los órganos o en los receptores y las fibras nerviosas que viajan por los nervios hasta la médula. Estas fibras o nociceptores se activan por una miríada de moléculas, la sopa inflamatoria, liberadas por las células lesionadas y por las células de la defensa inmunitaria que acuden al auxilio. Las fibras se excitan en grupo, y la médula, en cuyo nivel las células forman una unión, recibe un mensaje configurado ya: están codificadas la localización del estímulo, su intensidad y su duración. Después, el mensaje es conducido hasta las estructuras del cerebro.

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Los caminos del dolor

¿Cómo aliviar este tipo de dolores? Tratando la causa de su génesis o intentando limitar los efectos utilizando antálgicos periféricos. Los más habituales son los antiinflamatorios no esteroideos, como la aspirina o el paracetamol. Su acción consiste en impedir la formación, por parte del tejido lesionado, de mediadores de la activación nociceptiva. La morfina y sus derivados, los antálgicos más potentes de los existentes, actúan esencialmente en el tronco cerebral: al fijarse sobre las membranas de las neuronas, tienen la propiedad de impedir la transmisión de las señales nociceptivas. -

E De origen neurológico. Son el resultado de una lesión, bien de los nervios periféricos (zona, sección de los nervios), bien del sistema nervioso central (después de una falta de riego de zonas muy específicas del cerebro). Su mecanismo no atañe a las moléculas de la defensa inflamatoria. La lesión de un nervio conduce a unas descargas espontáneas de los axones, y perturba los sistemas del control central de los mensajes nociceptivos. Se está mucho menos armado para luchar contra estos dolores, que obedecen mal a los antálgicos habituales. Estos dolores se tratan con medicamentos de acción central, los antiepilépticos y los antidepresivos, sin que se conozca con precisión su tipo de acción. -

E De origen psicológico. Se manifiestan como dolores periféricos, pero no proceden de ninguna lesión localizable. Se traducen en una disfunción psíquica, como la ansiedad o la depresión. Sólo un tratamiento psiquiátrico o psicológico puede ayudar.

En la práctica, coexisten muy a menudo los tres. Por ejemplo, los dolores producidos por un cáncer suelen ser mixtos, ligados a una inflamación local responsable de la nocicepción y a unas compresiones nerviosas, produciendo dolores neurológicos. La repercusión psicológica puede ampliar la sensación de dolor.

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