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La inmensa fortuna del jefe de espías

Los 48 millones de dólares en Suiza son la punta del iceberg de la fortuna que Vladimiro Montesinos ha reunido en los últimos diez años. Fuentes consultadas por EL PAÍS calculan en 1.000 millones de dólares el dinero del ex asesor presidencial en cuentas bancarias repartidas en distintos países. Montesinos constituyó a principios de los años noventa una red de empresas fantasma en Argentina, México, Panamá, República Dominicana y EE UU, entre otros países, para las que formalmente trabajaba como asesor y que le han servido para lavar el dinero ingresado ilícitamente. La prensa peruana ha informado, asimismo, de la existencia de cuentas bancarias de Montesinos en paraísos fiscales como las islas Caimán.Estrechos colaboradores suyos han recorrido los distintos países donde Montesinos tiene las empresas fantasma y los depósitos. A la cabeza de este equipo está Pedro Huertas Caballero, antiguo miembro de la alta dirección del SIN y ex asesor jurídico del servicio de inteligencia.

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El tráfico de drogas y de armas han sido las dos principales fuentes de los ingresos de Montesinos, aunque, por su enorme poder, también actuó como lobbysta, como lo demuestra el hecho de que por su despacho pasaban representantes de numerosas empresas con intereses en Perú.

Narcotráfico

Su enriquecimiento en la lucha contra los narcóticos era muy simple. Dio carta blanca a algunos jefes de los carteles que actúan en Perú a cambio de información sobre las organizaciones rivales y de suculentas comisiones. El capo Demetrio Chávez Peñaherrera, alias Vaticano, declaró a finales de 1996 ante el Consejo Supremo de Justicia Militar que pagaba 50.000 dólares mensuales a Montesinos para actuar libremente en la zona de Campanilla, en el Alto Huallaga (selva amazónica), donde operaba la banda. Vaticano está condenado a cadena perpetua. Otro capo con quien Montesinos colaboró es Jorge López Paredes, de la banda Los Norteños, también condenado a cadena perpetua. Las vinculaciones de Montesinos con narcotraficantes se remontan a los años ochenta, en que actuó como abogado de varios de ellos. En aquella época defendió al general Rudecindo Zavaleta, implicado en actividades ilícitas y hoy uno de sus colaboradores. Montesinos no dejó ningún cabo suelto y, para no poner en riesgo sus negocios, puso al frente de las regiones cocaleras a generales de su más estrecha confianza, que se llevaban su parte en el negocio. Fuentes consultadas por este diario, aseguran que Montesinos controlaba personalmente la política de ascensos y nombramientos militares.

El tráfico de armas fue la otra gran fuente de ingresos de Montesinos. El ex asesor manejaba la adquisición de material militar, por encima del ministro del ramo y de los generales. La compra a Bielorrusia de una partida de viejos aviones Mig 29 que efectuó la Fuerza Aérea provocó un escándalo en el que llovieron denuncias de importantes comisiones para Montesinos. La que en agosto pasado se presentó como la desarticulación de una gran operación de desvío de armas jordanas que acabaron en poder de la guerrilla colombiana, acabó volviéndose en contra de Montesinos y Fujimori. Al final se comprobó que las armas eran para el Ejército peruano.

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