Niño grande
Dentro del Festival de Otoño se está presentando, hasta mañana domingo, en el Teatro de Madrid la compañía francesa de Philippe Decouflé (París, 1961) con su pieza Shazam! en la que reafirma sus orígenes de artista cirquero y posterior desarrollo dentro de la danza abstracta norteamericana. Es siempre un poco Peter Pan y posee sentido del espectáculo y la diversión.Decouflé, a pesar, no ha madurado nada. No lo necesita, es parte de su estilo de vida expresarse atropelladamente, en viñetas sueltas que a veces enternecen y a veces hacen reir.
Su universo de ingenuidades circenses ahora va hacia el descubrimiento del cine y juega con ello, a pesar de que el aparato escénico se impone en demasía, aplasta la acción más o menos bailada en clave de descuido formal, a veces hasta un punto enervante.
Este creador fue siempre divertido y vive de aquellas sus luces primeras, sus éxitos loados por la crítica francesa de los años ochenta. Las maneras fáciles de este niño grande han producido otras obras más redondas. Aquí se repite en atmósfera y guiños. Se pasa un buen rato, pero poco más.
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