Barak anuncia una ofensiva militar en represalia por la muerte de tres soldados
El primer ministro israelí envió a dos miembros de su Gabinete para presionar a Arafat
Israel hizo ayer por la noche los preparativos para una nueva ofensiva militar contra los palestinos en represalia por la muerte de tres soldados en Cisjordania. Así culminaba una de las más violentas y sangrientas jornadas de la nueva Intifada, en la que además murieron seis palestinos y varios centenares resultaron heridos. Mientras tanto, dos ministros israelíes, Simón Peres y Amnon Lipkin-Shahak, se reunieron con Yasir Arafat y le entregaron un mensaje en el que el primer ministro, Ehud Barak, le conmina a poner fin a la violencia y le anuncia que el Ejército israelí "no se iba a quedar con los brazos cruzados".
El Ejército de Israel y los helicópteros de combate se preparaban ayer noche para atacar, entre otros objetivos, la sede de la televisión local de Hebrón, como represalia por la muerte de tres soldados acaecidas horas antes en los frentes de combate de Jader, cerca de Belén y en los alrededores de Jericó. La orden de las tropas israelíes del desalojo de la estación de televisión, preludio de un bombardeo, provocó el pánico en el centro de la ciudad de Hebrón; muchos de sus habitantes abandonaron sus casas.La ofensiva israelí fue decidida pasada la media noche en una reunión restringida del Gabinete de Seguridad, presidida por Ehud Barak, en la que se analizó la situación sobre el terreno y se llegó a la conclusión de que hay que pasar a una fase superior. Las medidas de represalia fueron anunciadas a continuación en un lacónico comunicado en el que se señalaba que "los días venideros serán decisivos" y que "las tropas actuarán con fuerza, pero no se lanzarán a actuaciones aventuradas".
Con este anuncio finalizaba una dolorosa y trágica jornada, en la que se habían reabierto casi todos los frentes de batalla, desde Gaza, hasta los de Jericó, Nablús y Belén, y sus aldeas cercanas de Jader, Beit Sahur y Beit Yala, donde los tiroteos empezaron a primera hora del día, para prolongarse durante la mañana, tomarse un respiro a media tarde, y regresar con mayor ímpetu y virulencia por la noche. Los combates llegaron a poco menos de quinientos metros de la Basílica de la Natividad, en Belén, donde la tradición cristiana asegura que nació el Niño Jesús.
"Llevamos ya más de diez horas de tiroteos. Nunca habíamos vivido una situación similar, ni en la guerra de 1967, ni en la del 1948. Disparan por todas partes. Utilizan cualquier tipo de armamento, tanques, helicópteros, ametralladoras, sin ningún respeto para la vida humana", se lamentaba el doctor Samir Ossam, director del Hospital de Belén, mientras el servicio de urgencias del centro de salud recibía decenas de personas heridas o traumatizadas por los combates.
El Gobierno de Barak había tratado en vano durante toda la jornada de parar la Intifada; incluso envió a Gaza a dos de sus ministros, Simón Peres y Amnon Lipkin-Shahak, para que se entrevistaran con Arafat e intentaran devolverlo al proceso de paz. Se reunieron por separado; Lipkin-Shahak por la tarde y Simón Peres por la noche. Barak no escogió al azar a los dos emisarios, no en vano se tratan de dos ex colaboradores personales del primer ministro Isaac Rabín, artífices con éste de los Acuerdos de Oslo y negociadores avezados y curtidos en la primera etapa del proceso de paz.
Barak no les envió a negociar. Simplemente les convirtió en portadores de una misiva en la que se conmina a Arafat a parar la Intifada, amenazándole con duras represalias. Barak despidió a sus dos emisarios, después de pensárselo mucho, sin un mandato claro, con la prohibición de negociar y colocando a dos hombres de su personal al lado de los ministros, como si tratara de vigilarlos. Junto a Simón Peres viajó hasta Gaza el asesor personal de Barak, Gilad Sher, mientras que Lipkin Shahak estuvo acompañado y custodiado por el hombre de negocios y asesor también personal de Barak, Yossi Ginossar.
Lipkin Shahak, responsable del Partido de Centro, ex general, ex jefe del Estado Mayor durante el mandato de Isaac Rabín y también durante una parte del de Benjamín Netanyahu, ha coincidido con su amigo personal Simón Peres en sus críticas a Barak, al que han acusando en reiteradas ocasiones de "falta de tacto" e "incapacidad de negociación". La misión de estos dos hombres suponía un reto ilusorio: devolver la paz a los territorios palestinos.
Nada de lo sucedido ayer noche sorprendió a los israelíes, ya que el primer ministro Ehud Barak se lo había anunciado en un inesperado mensaje difundido por la televisión y la radio local, en el que aseguró que Israel no se iba a quedar con los brazos cruzados ante la escalada de la violencia, para reconocer luego, en un tono más íntimo, con el rostro desencajado y sin afeitar, que están próximos "momentos díficiles". Como si tratara de grabar este último mensaje en la memoria de su pueblo, Barak volvió a repetir, antes de desaparecer de la pequeña pantalla: "Nos esperan momentos dificiles".
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