El naufragio desata una batalla política en Francia

Peligrosidad

Horas después de hundirse el carguero, un diputado de la oposición acusó al Gobierno francés de permitir que circule "un barco podrido cada cuarto de hora" por el Canal. La oposición se lanzó a la yugular del primer ministro, Lionel Jospin, después de que el presidente de la República, Jacques Chirac, expresara su inquietud por el accidente y anunciase para hoy un desplazamiento a la zona.Chirac pidió "la aceleración de los trabajos para adoptar medidas europeas sobre la seguridad de los transportes marítimos". Como presidente en ejercicio de la UE, instó a la presidenta del Parlamento Europeo, Nicole Fontaine, a que la Cámara dictamine "por el trámite de urgencia" los procedimientos en curso.

La portavoz del Elíseo recordó que hay "tres textos importantes ya sometidos por la Comisión al Parlamento Europeo", referidos al refuerzo del control en los puertos y de las sociedades de clasificación de barcos -estas últimas son las que conceden a un navío el derecho a navegar- y eliminación progresiva, entre 2003 y 2015, de los barcos de un solo casco, sustituyéndolos por los de doble casco, considerados más seguros. Todas las medidas en estudio fueron diseñadas tras el naufragio del petrolero Erika, pero la repetición de la catástrofe menos de un año después hace pensar que nada se ha hecho.

El ministro de Transportes, Jean-Claude Gayssot, representante comunista en el Gobierno de la izquierda plural y enfrentado a esta nueva emergencia en su ámbito de competencias, hizo ayer una rápida visita a Cherburgo. Informó por la tarde a la Asamblea Nacional. Dijo desconocer si la mancha vista en la superficie de las aguas era de contaminación química. Alabó el coraje de los equipos de salvamento, anunció que se va a intentar "hacer bajar un robot" y subrayó la peligrosidad y potencialidad explosiva de la carga del barco.Sus explicaciones fueron replicadas por la oposición con acusaciones de impotencia frente al desastre.

Philippe de Villiers, presidente del Consejo General de Vendée, fue el más lanzado al asegurar que "desde hace un año, un barco-basura circula cada cuarto de hora por la zona y nuestros gobernantes no hacen nada". Pidió en consecuencia la dimisión de "todas estas gentes".

Con evidente irritación, el mandatario francés, Lionel Jospin, enumeró los medios que ha asignado a la prevención de catástrofes y la activación de una célula de crisis en el Gobierno y en las prefecturas marítimas de Brest y de Cherburgo.