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Tribuna:Aula libre
Tribuna
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Becarios precarios Álex Fernández Muerza

El número de 15 de junio de 2000 de la biblia de los científicos, Nature, se hacía eco de las quejas de la denominada Federación de Becarios-Precarios, que agrupa al personal investigador en formación, es decir, becarios de investigación, estudiantes de doctorado y otras figuras no muy bien delimitadas del panorama empresarial y universitario español. Los jóvenes becarios ya no han aguantado más, se han organizado y han empezado a informar de su situación.¿Y de qué se quejan? En su opinión, los becarios españoles sufren un alto grado de precariedad laboral y profesional, puesto que no son considerados trabajadores aunque estén sujetos al IRPF, y sus salidas profesionales son escasas debido a la falta de mecanismos eficaces del sistema laboral español. El colectivo denuncia, asimismo, que el sistema científico se aprovecha de la ilusión con la que entran a trabajar en ciencia para ofrecerles condiciones laborales pésimas. Y es que en un mundo marcado por el globalismo y el neoliberalismo, con el modelo McDonald's como paradigma económico, los jóvenes investigadores no estarían produciendo más que hamburguesas de I+D en un McDonald's de lujo, mal que les pese.

Los británicos de Nature reflejaban, en última instancia, la precariedad del modelo de investigación español, pero, evidentemente, España no es un caso único. Recientemente estuvo en Bilbao Mario Albornoz, que hasta hacía dos meses, cuando presentó su dimisión, había sido subsecretario de Política Científica de la República Argentina. Albornoz me explicaba que este problema se da en todos los países que han concebido la ciencia como una carrera burocratizada. En este sistema, no todos pueden acceder a esa carrera, y al final las becas se convierten en una etapa previa de trabajo, en condiciones de mano de obra mal pagada y realizando los trabajos que sus directores no quieren hacer.

Por otra parte, esta situación favorece cada vez más una fuga de cerebros al extranjero o, cuando menos, a otros lugares del propio país diferentes al centro en que los becarios desarrollaron su trabajo. Si me permiten el paralelismo con el fútbol, único lenguaje que todo el mundo parece conocer, España sería el típico caso de equipo modesto que trabaja bien con la cantera, pero que, por su propia debilidad y falta de oportunidades a sus jugadores, ve cómo otros equipos más poderosos le van arrebatando constantemente sus estrellas más prometedoras. Así España nunca será un equipo grande, por lo menos en ciencia, y además, fortalecerá más a los más fuertes. Grandes científicos como Barbacid o Etxenike, aprovechando su prestigio e influencia en las instituciones, están creando centros de investigación que ayudan a evitar esta sangría, pero, lamentablemente, se trata de ejemplos puntuales.

Los jóvenes investigadores, organizados en torno a la página web Precarios-Becarios (http://members.es.tripod.de/precarios), conminan, además, al Ministerio de Ciencia y Tecnología a la toma de varias medidas para solucionar una situación "que ya se ha prolongado demasiado", como la supresión del actual sistema de becas, convirtiéndolas en contratos de formación de naturaleza análoga al MIR, promulgación de una legislación de mínimos, derecho a tener representación colectiva propia, aumento de los fondos destinados a formación de investigadores o afirmación de una red de I+D española sólida. Mi duda es la siguiente: ¿importará a la señora ministra Birulés la situación de los becarios españoles, o con pensar en el multimillonario negocio de Internet tiene bastante?

Álex Fernández Muerza es becario de investigación.

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