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Ni rastro del hospital de Alzira

La apuesta sanitaria del gobierno autonómico de Eduardo Zaplana, el hospital de Alzira (Valencia), brilla por su ausencia entre los 20 primeros centros del país, así como cualquier otro centro sanitario de la Comunidad Valenciana. Pese a la insistencia de sus gestores y de la Administración popular valenciana en la defensa de las virtudes del particular régimen del hospital, que combina la titularidad pública y la gestión privada, las cifras contradicen este optimismo. Tras su inauguración, el 1 de enero de 1999, el centro no fue capaz de alcanzar los niveles asistenciales previstos por Sanidad para el año pasado en intervenciones programadas o consultas externas, entre otros aspectos. Fruto de esta situación, el hospital tuvo que pedir a los accionistas una aportación extraordinaria de capital para hacer frente a los malos resultados del primer año de vida. A ello se suman los continuos desvíos de pacientes que se practicaron durante 1999 a otros centros sanitarios, que ascendieron durante la primera mitad de año a 4.650, entre personas que prefirieron seguir dirigiéndose al hospital donde habían sido tratados con anterioridad a la apertura de Alzira y los que fueron desviados por el propio centro al no poder atenderlos.El hospital lo gestiona, mediante concesión administrativa, una unión temporal de empresas controlada por la aseguradora Adeslas con un 51% de las acciones, Bancaixa, Caixa Carlet y la Caja de Ahorros del Mediterráneo y las constructoras Lubasa y Dragados se reparten el resto de acciones. El centro asume la atención de los 230.000 habitantes de la comarca de la Ribera a cambio del pago de un cánon por parte de Sanidad de 34.000 pesetas por cada uno.

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La mayoría de los centros elegidos funcionan con autonomía de gestión

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