El SIN no se desmantela y recupera a su jefe en el exilio
El Servicio de Inteligencia sigue funcionando: mantiene su infraestructura, equipo y, desde el lunes, tiene de vuelta a su entrenador
Las cosas están cada vez más claras. El Servicio de Inteligencia sigue funcionando: mantiene su infraestructura, equipo y, desde el lunes, tiene de vuelta a su entrenador. Eso es la impresión que han dado las escenas del operativo desplegado durante el arribo del jefe de los servicios secretos, Vladimiro Montesinos, a Perú. "Es un ciudadano cualquiera, tiene los mismos derechos que ustedes y nosotros", ha dicho en defensa de Montesinos la congresista de la alianza gubernamental Martha Chávez. Aunque no es lo usual que un peruano aterrice en una base militar y para su traslado se utilicen varios coches y hasta helicópteros, amén del despliegue espectacular de seguridad.El regreso de Montesinos, bajo el amparo del Gobierno del presidente peruano, Alberto Fujimori, ha originado que el delegado civil Marcial Rubio no participe en desactivar el Servicio de Inteligencia peruano. A sólo 48 horas de haber sido nombrado, Rubio, en una carta dirigida a Federico Salas, primer ministro y jefe de la comisión desactivadora del SIN, expresó que la llegada del controvertido asesor supone una decisión política de tolerancia por parte del Gobierno y resulta contradictorio con la decisión de "extinguir el funcionamiento del Servicio de Inteligencia Nacional", indicó. Rubio declaró que "la eventual permanencia en el Perú del doctor mostraría que cuenta con poder real establecido y quita toda transparencia al encargo que se ha dado a la comisión que conformo bajo su presidencia".
Nuevo local
Lo único que parece haber cambiado en el Servicio de Inteligencia es el local. La semana pasada, el primer ministro Federico Salas organizó para la prensa dos visitas guiadas por las viejas instalaciones de los servicios secretos peruanos. El objetivo era demostrar que el SIN ya no funcionaba, al menos en su local original. Pero Salas fue más allá. Durante la visita declaró que se podía comprobar que en el SIN no existían túneles, ni sótanos de torturas. Así de simple. Así de burdo.
De acuerdo al diario peruano Liberación, la nueva sede está situada en la provincia sureña de Cañete, a 150 kilómetros al sur de Lima. Desde hace 10 meses -sostiene el diario- se inició la construcción del nuevo edificio que cuenta con tres sótanos y gran seguridad. Para ingresar es necesario hacerlo a través de otra base militar o por aire.
Hasta allí han sido trasladados todos los equipos, archivos, videoteca y, eventualmente, el personal que se encontraba en la antigua sede, la de la base de Las Palmas, en el distrito limeño de Chorrillos.
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