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Los obispos presionan al Gobierno para que la clase de religión sea evaluable

Rouco expresa a Piqué su "preocupación"

La Iglesia quiere que la religión católica sea asignatura evaluable en la enseñanza pública, y el Gobierno no acaba de concederlo. Ayer los obispos presionaron al Ejecutivo con un simposio sobre los Acuerdos Iglesia-Estado. El presidente episcopal, Antonio María Rouco, dijo: "Lo que más nos preocupa es la enseñanza de la religión", y el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, señaló: "Hay que ver la mejor manera de preservar el acervo cultural".

Obispos y Gobierno andan embarcados en una dilatada negociación sobre el asunto. El pasado día 10, en una reunión, el secretario de los obispos, Juan José Asenjo, insistió en que el Gobierno apruebe un real decreto "cuanto antes, en los próximos meses"; pero el director general de Asuntos Religiosos, Alberto de la Hera, volvió a dar largas. Ayer, en la inauguración del simposio, en presencia del nuncio, Manuel Monteiro de Castro, hubo más de lo mismo. Rouco y Piqué echaron entrambos un buen puñado de elogios sobre los Acuerdos, que ya pasan de 20 años y que sustituyeron al Concordato firmado en 1953 entre el Vaticano y el régimen franquista. Ministro y cardenal coincidieron en que los Acuerdos han demostrado la "colaboración sana" entre Iglesia y Estado. Rouco los definió como "instrumento jurídico de gran vocación de perduración". Piqué habló de "buenas relaciones" y de que los Acuerdos "nacieron buscando la concordia, y ese espíritu mantiene viva la vigencia". Los dos hicieron como que sobrevolaban el espinoso tema, aunque en los pasillos del simposio había unanimidad en que se estaba allí precisamente por esa "cuestión pendiente", en palabras del arzobispo organizador, Luis Martínez Sistach, presidente de la Junta Episcopal de Asuntos Jurídicos.

Dialécticas

Rouco, tras expresar su "preocupación" por la religión en los centros públicos, contrapesó: "Espero que pueda encontrar su buena y debida solución en el marco de los Acuerdos". Y Piqué, rodeado por los periodistas a la salida, se las ingenió para no pronunciar la palabra asignatura, ni siquiera enseñanza: "Eso es algo que efectivamente, como ha dicho el cardenal Rouco, es de importancia capital para la Iglesia católica, y es perfectamente comprensible. Nosotros debemos ser muy sensibles en ese tema y aspiración. Es algo que estamos tratando en el desarrollo de los acuerdos vigentes". Y concluyó: "Creo que el conocimiento de la religión forma parte de un acervo cultural que se hunde en los siglos y que es extremadamente importante preservar. Lo que hay que hacer es ver la mejor manera de hacerlo, y desde el espíritu de colaboración entre Iglesia y Estado".Martínez Sistach, a preguntas de los periodistas sobre si un Gobierno del PP no es la oportunidad para lograr una enseñanza de la religión católica, dijo que con los Acuerdos "se intentaba que, como la Constitución, se aplicaran bajo cualquier Gobierno; es una cuestión de negociación y de voluntad política".

José Giménez Martínez de Carvajal, catedrático de Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, tras elogiar el funcionamiento de los Acuerdos (el Básico de 1976 y los de Asuntos Jurídicos, Asuntos Económicos, Enseñanza y Asuntos Culturales y Asistencia Religiosa a las Fuerzas Armadas y el Servicio Militar de Clérigos y Religiosos en 1979), sugirió la existencia de "luces y sombras" y mencionó la importancia "de lo que no se ha hecho" en algunos campos, como "la colaboración en la enseñanza".

Tal panorama le pareció muy "idílico" a Manuel Blanco, catedrático de Derecho Canónico de la Universidad de Murcia: "Esperábamos que el Gobierno del PP diera una solución al problema de la enseñanza, pero pasa el tiempo, y no".

"Sé que se está negociando", contestó Giménez Martínez de Carvajal.

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