La 'tribu' de Madrid rinde homenaje a José Ángel Valente
"Yo araño las heladas paredes de tu ausencia", escribió José Ángel Valente en un poema dedicado a la memoria de su hijo Antonio. Carmen Linares recogió estas palabras y, a ritmo de siguiriya, las cantó ayer sola, desnuda su voz de todo acompañamiento, y en ese momento podía haberse parado tranquilamente el mundo. Hubo un silencio de tremendo respeto en el Cuartel del Conde Duque, y ese silencio fue también de profunda emoción por esas palabras que escribió Valente a su hijo ido, y esta vez era el poeta el que ya no estaba allí. Su voz, en la voz de Carmen Linares, sonó sin embargo intacta, y fue el mejor homenaje que pudo hacerle el pueblo de Madrid al poeta de Galicia y del mundo.Mercedes de la Merced, primera teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid, introdujo el acto subrayando precisamente eso: que el homenaje era cosa de las gentes de Madrid, que recordaban, así, que Valente también vivió en estos pagos y que aquí estudió y escribió. Un homenaje de los ciudadanos de Madrid al ciudadano Valente, que pensaba que la poesía no era un simple adorno sino que tenía el poder de devolverle a la vida en comunidad su valor más alto. Quisieron los organizadores que se recordara de Valente también su íntima relación con las artes y la música y, así, no sólo hubo palabras sino también sonidos y la presencia de los artistas.
Personalidad
El vacío y la soledad. El vacío y la libertad. La búsqueda radical en el secreto de las palabras para hacer de la poesía una herramienta del conocimiento. Su insobornable actitud pública, su falta de corrección política, sus brillantes criterios literarios. Poco a poco se fueron iluminando distintas zonas de la múltiple personalidad de Valente. De Antoni Tàpies se leyó un breve texto en el que recordaba su trato y admiración por Valente, como se leyó de Juan Goytisolo un fragmento del artículo que escribió cuando el poeta murió el pasado 18 de julio. Darío Villanueva, rector de la Universidad de Santiago de Compostela; José Luis Leal, presidente de la Asociación Española de la Banca y amigo de Valente, y el poeta José Luis Puerto -que, entre otras cosas, habló de los grabados del artista Ramón Pérez Carrió que ilustrarán una nueva edición en Linteo del libro Tres lecciones de tinieblas- fueron los encargados de volver sobre la vida y la obra y el mundo y la fascinación por los místicos y el radical compromiso del poeta con las palabras esenciales. Al final, el grupo Dolmen, de Orense, sobre los sonidos que desgranaban un piano y un clarinete, siguiendo las partituras de María José Cordero, y delante de una pantalla que proyectaba los grabados de Carrió y los versos de Valente, recitó Tres lecciones de tinieblas. "Deja que llegue a ti lo que no tiene nombre", decía una de las voces, y todo eso que no se puede nombrar llegaba desde allí donde esté ahora Valente hasta el Cuartel del Conde Duque para reconfortar a la tribu de Madrid que acompañaba a su viuda, Coral, en este reencuentro con el poeta.
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