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52ª FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE FRANCFORT

"Yo no hago política, me conformo con ser un artista", aclara el Nobel Gao Xingjian

El escritor hablará en la entrega de los premios sobre este siglo de revolución sin freno

Gao Xingjian, el escritor chino nacionalizado francés que acaba de recibir el Premio Nobel de Literatura, se convirtió ayer en la estrella de la Feria de Francfort. Con aspecto algo cansado, aturdido por los flases y las cámaras de televisión, ante cerca de 2.000 periodistas, se mostró muy paciente, aunque con extraordinaria amabilidad cortó las preguntas que pretendían implicarlo en política. "Yo no hago política, me conformo con ser un artista", afirmó. En un pequeño aparte con los periodistas españoles, Xingjian explicó que ha leído a Lorca y que es un poeta que le entusiasma.

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También le gusta España y su cultura. "Es tan vital y tan dinámica, tan alejada de la cultura china, mucho más tranquila y apacible, que me complementa". Ha estado en Barcelona, una ciudad que también le gusta, y en el País Vasco, donde se lo pasó de muerte con la práctica de los vinos y las tapas.Todas las editoriales españolas andan a la caza de los libros de Gao Xingjian, y la que parece que está por el momento en mejor posición es Ediciones del Bronce (Grupo Planeta), que dirige Miriam Tey. Tey y Miquel Alzueta, responsable para Latinoamérica del grupo, conocieron al escritor chino, hace seis meses, a través de una amiga común en un encuentro en la Provenza francesa. Hablaron hasta hartarse -Gao es un excelente conversador- y los españoles se llevaron dos de sus libros para estudiar su posible publicación en España: La montaña del alma, considerada como su novela más importante, y un libro de entrevistas con el autor. A través de esa amiga común, Xingjian les hizo saber que ellos tendrán los derechos para publicarlos en España. Gao no tiene agente y va por libre; dicen los que le conocen que necesita sobre todo confiar en las personas para la edición de sus libros. Tey, Alzueta y él se reunirán el próximo fin de semana en París, donde vive el escritor, y es posible que allí lleguen al acuerdo definitivo. Los españoles están dispuestos a traducirlos directamente del chino, idioma en el que escribe. Los editores temen que con el Nobel se dispare el precio de sus libros y son conscientes de que Xingjian no es un autor de masas. La editorial francesa que lo publica, Éditions du Aube, hizo saber ayer que el escritor no firmará ningún contrato en Francfort y que desea huir de las presiones y las prisas.

"Un milagro"

Xingjian dijo ayer que el Nobel "ha sido como un milagro". "Una sorpresa que ha cambiado mi vida tranquila; sé que deberé reorganizarla para poder seguir trabajando. De lo que sí estoy seguro es de que no se puede escribir esperando que te den el Nobel". "En mi casa de París se ha producido una acumulación de faxes y de llamadas telefónicas que yo no puedo atender. Una buena amiga mía se hará cargo de todo eso a partir de ahora", dijo. El escritor está dispuesto a llevar una vida más o menos enloquecida hasta diciembre, y tras la ceremonia de entrega de los Nobel, en Estocolmo, reflexionará cómo seguir adelante.En el discurso del Nobel, en la capital sueca, hablará sobre un siglo de revolución sin frenos, haciendo hincapié en las nefastas ideologías que han asolado esta época que le ha tocado vivir. "Nunca he hecho política, detesto la política en su conjunto como manipulación de los pueblos y de los ciudadanos, aunque no me reprimo de las críticas de todo aquello que no me gusta".

Preguntado por la Revolución Cultural china y sobre cómo fue aplaudida en aquel momento por jóvenes europeos, Xingjian dijo que fue "como la revolución rusa de octubre, aunque en un contexto diferente. No se ha hecho aún un análisis profundo de lo que pasó, de la locura en que se sumergió todo un pueblo que vivió una pesadilla. Hacen falta estudios de todo lo que pasó, y sería necesario que lo hicieran muy seriamente historiadores y sociólogos".

Algunos periodistas intentaron que se pronunciara sobre si su Nobel puede ser una ayuda para recuperar las libertades en la República Popular China y le preguntaron si está dispuesto a representar un papel similar al de Solzhenitsin en la antigua Unión Soviética. "No creo. Muy pocos chinos han podido leer lo que he escrito, incluso cuando vivía en China".

La vida del escritor chino, que se exilió hace 20 años, no ha sido fácil. Perteneciente a una familia intelectual (su madre, actriz; su padre, vinculado a la enseñanza universitaria), su primera pasión fue el teatro. "Desde muy pequeño montábamos obras teatrales con mi madre. Hasta 1970 no publiqué mi primer libro, aunque tenía muchos originales escritos. Fui uno de los primeros en hablar en China de la literatura moderna y contemporánea francesa; había problemas con la censura y fui muy criticado. Con un grupo de amigos pusimos en marcha teatro experimental y se dijo en mi país que yo era el representante del teatro del absurdo. Yo dije y sigo diciendo que lo que es absurdo es la vida".

Xingjian fue internado durante años en un campo de reeducación. Ahí nació su profunda reflexión sobre la palabra y el silencio. En aquel momento tuvo que optar por el silencio. "Era imposible saber en quién podías confiar. No podías hablar con los colegas, porque hacían informes y te denunciaban. Fue la política del miedo".

Cuando por fin pudo salir de China rompió todos los lazos con su primera esposa y con su hijo, que siguen viviendo allí, incluso con sus amigos. Debió ser muy duro, le preguntaron. "Al principio, sí, pero ahora tengo otros amigos en todo el mundo. En estos 20 años no he vuelto a China y creo que nunca podré volver".

Sus libros en general son una reflexión en torno a la condición humana. "He intentado hablar del dolor y del sufrimiento que ha habido en mi vida y en la vida de mi familia; he intentado mostrar la vida tal cual es, el dolor tal cual es. El horror y el terror".

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