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Los mediadores se conforman con un acuerdo de alto el fuego entre israelíes y palestinos

Arafat insiste en exigir una investigación internacional antes del inicio de la cumbre de Egipto

Ángeles Espinosa

Sharm el SheijNo hay que esperar grandes milagros. Conscientes de la enorme dificultad que supone restablecer la confianza perdida tras dos semanas de violencia, todos los participantes en la cumbre de hoy en el balneario de Sharm el Sheij (Egipto) muestran su cautela. Israelíes, palestinos y mediadores internacionales admiten que lograr que se formalice el alto el fuego ya sería un éxito. Objetivo modesto, si se considera que hace apenas tres meses se estuvo a las puertas de firmar un tratado definitivo de paz durante las conversaciones de Camp David (EE UU).

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Para dificultarles aún más las cosas, el árabe de a pie, espoleado en los últimos 15 días por las imágenes de la represión sobre sus hermanos palestinos, sospecha de que en la reunión tendrán que volver a ceder ante Israel. Portavoces de uno y otro lado advierten de que Sharm el Sheij no pondrá fin al problema. Israelíes y palestinos aún se acusan mutuamente de quién es responsable de la violencia que ha dejado un centenar de muertos y tres mil heridos, y que, aunque a menor nivel, proseguía ayer.

La cumbre no habrá empezado hasta que ambos líderes, el palestino Yasir Arafat y el israelí Ehud Barak, estén en la misma habitación. Y eso se producirá en la mañana de hoy, después de que a primera hora llegue el presidente norteamericano, Bill Clinton, quien junto al egipcio Hosni Mubarak patrocina la cumbre.

¿Qué se dirán entonces? Anoche se discutían tres posibles agendas. "No hay problemas de contenido, sino sobre el alcance que debe tener la reunión", manifestaba una fuente cercana a los mediadores. Según declaró el secretario general de la ONU, Kofi Annan, que también asistirá a la cita, "ninguna de las partes ha establecido precondiciones, pero existen sugerencias de ciertas exigencias". Los palestinos seguían insistiendo en una investigación internacional de lo ocurrido y en que se levante el cordón de seguridad en torno a Cisjordania. Barak, por su parte, quiere el cese de la violencia y el desmantelamiento de las milicias de Al Fatah conocidas como tanzim.

Regreso a la mesa

Mientras israelíes y palestinos apenas estaban dispuestos a comprometerse en algo más que un cese de las hostilidades, los mediadores deseaban llevarles más allá y sentar las bases para una vuelta a la mesa de negociaciones. Entre medio, algunas posibilidades que justifiquen el esfuerzo internacional desplegado en esta localidad del mar Rojo."Partimos de posiciones muy duras", aseguró a EL PAÍS un diplomático europeo que participaba en los preparativos. "Y la prueba de lo difícil que está la situación es que estamos todos aquí", añadió en referencia a la presencia en Sharm el Sheij no sólo de EE UU o el secretario general de la ONU, sino también de la UE, representada por Javier Solana. Para hoy se espera la llegada del rey Abdalá de Jordania y de un enviado ruso, posiblemente el ministro de Exteriores, Ígor Ivanov.

La presencia de todos ellos da a Clinton máximas garantías diplomáticas y, de alguna manera, diluye la responsabilidad de EE UU en caso de que el resultado no sea el esperado. En esa eventualidad, todos los observadores temen que la violencia se extienda a la región. "No tenemos ninguna garantía de éxito, pero si no lo intentamos el fracaso es seguro", repiten como un mantra los miembros de los equipos mediadores. Esta madrugada continuaban los contactos bilaterales entre los participantes.

"No hay alternativa; tenemos que lograr algo más que los mínimos", insistía el diplomático europeo. Para ello, la UE considera que tiene que formalizarse el alto el fuego, crearse una comisión investigadora y evitarse los reproches mutuos entre israelíes y palestinos. "Se tiene que alcanzar un resultado equilibrado y convincente", resumía.

Para Mubarak, del éxito de esta cita depende no ya su credibilidad como mediador, sino también su popularidad en casa. En su último mandato, y con unas cruciales elecciones legislativas que se inician esta semana, el presidente se enfrenta a un grave dilema. Tal como él mismo ha reconocido en privado, no puede arriesgar la economía de 66 millones de egipcios por cuatro millones de palestinos; y sin embargo, la popularidad de la causa palestina entre sus conciudadanos exige de él algo más que gestos. Egipto, primer país árabe en firmar la paz con Israel en 1978, es el segundo receptor de ayuda estadounidense en el mundo.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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