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Liber 2000

La entrega del premio al Librero del Año se convierte en un acto en defensa de la profesión

Atentos aún a las repercusiones de la primera campaña de venta de libros escolares después del decreto que liberaliza los descuentos en este tipo de volúmenes, los libreros se reunieron ayer en el salón Liber 2000 para rendir homenaje a Pilar y Luis Llorens. Los propietarios de la centenaria librería Llorens, de Alcoy (Alicante), recibieron el Premio Boixareu Ginesta al Librero del Año de manos de Josep Lluís Monreal, presidente de la Federación de Gremios de Editores de España. El acto tuvo mucho de desagravio ante unos profesionales que temen quedar relegados ante el poder de las grandes superficies.Medio en broma, medio en serio, Luis Llorens se preguntaba durante el acto qué debía pasar en la España de 1876, año en que se fundó la librería Llorens: "Estaba pensando si existía alguna gran superficie...", dijo. "Me parece que no", se respondió, entre las risas de los asistentes. El presidente de Liber subrayó la transcendencia que se quiso dar ayer a la entrega del premio: "Tenemos que defender nuestro tejido cultural". Y, en este sentido, tan importantes son las librerías de las grandes ciudades, como Madrid y Barcelona, como las de ciudades medianas y pequeñas. Verónica Cantó, presidenta de los editores de la Comunidad Valenciana, corroboró el valor simbólico del galardón: "La librería Llorens ejerce un papel muy importante como referente cultural en una ciudad de 60.000 habitantes y para todas las comarcas centrales de la Comunidad Valenciana".

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Pilar y Luis Llorens, que dedicaron el premio a todos los libreros, a los alcoyanos y a los trabajadores que han pasado por la librería a lo largo de su historia, recordaron el "esfuerzo" que tienen que "afrontar y superar día a día". Con el galardón en la mano, Luis Llorens quiso dar un toque de atención al Ejecutivo español: "El premio nos avala y nos anima para hacer una llamada a nuestros gobernantes para que potencien su sensibilidad hacia nuestro gremio". Un gremio, dijo, en el que pesa más "la vocación que la rentabilidad".

Aparte del impacto del decreto, las librerías están sufriendo últimamente la metamorfosis de los canales de distribución, que privilegian a las más grandes por encima de las pequeñas, explicaron. Y, aún más, por encima de las que se encuentran en la periferia: "Nosotros estamos a 50 kilómetros de la capital más cercana", subrayó Pilar.

Más contundente se mostró Fernando Valverde, presidente de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros: "Nunca se había producido un ataque similar al sector", dijo, en referencia al decreto ley aprobado el pasado mes de junio. "Donde ha pegado más duro ha sido entre las librerías". Satisfecho porque el sector editorial ha "cerrado filas", Valverde aseguró que los libreros se sienten "arropados" y recordó la edición del libro En defensa del lector, que recoge textos en contra del decreto y que se presentó hace unas semanas en Madrid.

Valverde avanzó que los libreros están recogiendo datos para analizar el impacto real de la campaña de principio de curso y para dilucidar si el decreto conducirá al cierre de librerías, como ha sucedido en otros países en que se han aprobado medidas similares. Subrayando que "la movilización es absoluta", Valverde insistió, como vienen haciendo en los últimos meses los portavoces del sector editorial, en el aspecto más inquietante de la decisión del Gobierno: "Creemos que el decreto que liberaliza los descuentos en los libros de texto es un ensayo para liberalizar el precio de todos los libros".

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