Febril esfuerzo de EE UU para evitar la guerra en Oriente Próximo
Los tres primeros espadas del Gobierno estadounidense, el presidente Bill Clinton y los secretarios de Estado y de Defensa, Madeleine Albright y William Cohen, hicieron ayer horas extraordinarias para intentar detener la escalada de violencia en Oriente Próximo.Clinton exigió personalmente calma a Ehud Barak y Yasir Arafat y movilizó los buenos oficios del presidente egipcio, Hosni Mubarak. Cohen hizo lo propio con el tunecino Ben Ali. A primeras horas de esta madrugada, EE UU concentraba sus esfuerzos en redactar una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que no declarase a Israel culpable del deterioro de la situación.
En un esfuerzo tan febril como, en principio, infructuoso, Clinton anuló ayer todos sus planes previos, incluido un viaje a Indiana para recaudar fondos electorales para su esposa Hillary, y se pasó el día colgado al teléfono en la Casa Blanca. Habló varias veces con Barak y Arafat y les pidió que extremaran la prudencia en su reacción a la catarata de sucesos violentos, incluidos los del sur de Líbano.
Condena en la ONU
Clinton trabajó en la redacción de una resolución del Consejo de Seguridad que evitara cualquier condena explícita de Israel por reprimir sangrientamente las protestas palestinas.La resolución que EE UU deseaba pedía la "inmediata reapertura de las negociaciones directas" entre israelíes y palestinos, con el objetivo de "alcanzar con rapidez un acuerdo final de paz" entre ambos bandos. También subrayaba la "importancia de establecer un mecanismo para una investigación rápida y objetiva" sobre los acontecimientos en Tierra Santa.
Sin embargo, todos estos esfuerzos fracasaron. Esta madrugada (hora española) el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó una resolución que condena "el excesivo uso de la fuerza" contra los palestinos. La resolución no cita directamente ni a Israel ni al líder ultraortodoxo Ariel Sharon, al que acusa de provocar los disturbios que han costado la vida a más de 80 personas, la mayoría de ellas, palestinas.
De los 15 miembros del consejo, 14 aprobaron la resolución y el embajador de Washingon se abstuvo. Se temía que un veto de Estados Unidos hubiera provocado un recrudecimiento de la violencia en Palestina, Líbano y otros países árabes.
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