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LA NUEVA ALEMANIA CUMPLE 10 AÑOS

Kohl será el gran ausente en el aniversario de la reunificación

Las rencillas de la clase política empañan los actos de celebración

Pilar Bonet

La clase política alemana está dando un lamentable espectáculo en vísperas del 3 de octubre, fecha en la que se conmemora el décimo aniversario de la absorción de la República Democrática Alemana de acuerdo con el artículo 23 de la ley fundamental de la República Federal de Alemania. La mezquindad, el miedo a perder protagonismo y las viejas rencillas emergen estos días en los foros políticos.

En estos foros se expresan los dirigentes de la Unión Cristiano Demócrata (CDU), con el ex canciller Helmut Kohl a la cabeza, y los del Partido Social Demócrata alemán (SPD), que es eje del gobierno de coalición dirigido por Gerhard Schröder. El ambiente contrasta con la solemnidad y respeto mutuo que, en noviembre de 1999, dominaron el décimo aniversario de la caída del muro de Berlín. Por entonces, salían a la superficie los primeros detalles de las investigaciones que acabarían salpicando a Kohl, y provocando la mayor crisis en la historia del partido de Konrad Adenauer. Durante el cuarto de siglo que Kohl dirigió el partido y los 16 años que estuvo al frente de Alemania, el canciller imprimió su estilo a la CDU y manipuló las palancas de influencia -entre ellas el talonario de cheques- para su poder personal. La telaraña de cuentas clandestinas y relaciones viciadas que afectan a Kohl está aún por desenmarañar.Pero ni las cuentas clandestinas ni la posible compra de decisiones políticas quitan a Kohl el mérito por la reunificación. No obstante, la separación de la historia de la personalidad de su protagonista resulta difícil para los propios correligionarios de Kohl. El ex canciller no estará el 3 de octubre en la fiesta que se celebrará en Dresde, la capital de Sajonia. La culpa no es de una conspiración socialdemócrata, sino de su paisano y compañero de colegio, el democristiano Kurt Biedenkopf, que no le incluyó en la lista de oradores. El rey Kurt, como se apoda al jefe del gobierno de Sajonia, fue uno de los grandes rivales de Kohl. Su ausecia es "el producto de un viejo ajuste de cuentas", como dijo el viernes el diputado verde Werner Schultz.

El 3 de octubre atenaza a la presidenta de la CDU, Angela Merkel, que, en apariencia por lo menos, ha vuelto al redil del que quería huir cuando comparó la relación de la CDU con Kohl con el vínculo freudiano con el padre. Y hasta el ex delfín, Wolfgang Schäuble, le estrecha la mano, pese a haber dejado traslucir la profundidad de su odio. Alrededor del ex canciller pululaban obsequiosos el viernes los diputados de la CDU. Era un espejismo. La realidad es que la época Kohl es ya historia y la CDU no encuentra un proyecto político que no haya sido ocupado por el SPD en el viraje de este partido hacia el centro.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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