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Tribuna:LA CRÓNICA
Tribuna
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Lección de gastronomía ISABEL OLESTI

Que un primer plato sea una "crema fría de hierbas de montaña con tropezones de raviolis de butifarra negra y manita de cerdo", regado con un Freixenet Monastrell Xarel.lo, ya no sorprende a nadie si se trata del menú de unos premios que mezclan gastronomía con literatura, en este caso los premios Sent Soví y Juan Mari Arzak. Lo que sí desconcierta es cuando la camarera te pone un solitario ravioli en un descomunal plato sopero y se va. Todo el mundo mira el ravioli y no sabe demasiado qué hacer con él. Lo mejor es disimular y hablar del tiempo con el vecino de mesa, al que no conoces. Al cabo de un rato otra camarera provista de un jarrón riega el ravioli con un suspiro de lo que se supone que es la crema fría. "Pasaremos hambre", diría mi padre. Pero aquí somos todos unos modernos y además la cena en cuestión va avalada por la sapiencia de Josep Maria Boix, del hotel restaurant Boix, de Martinet de Cerdanya. Y eso ya es una garantía. Pero vayamos por partes.A las ocho de la tarde un autobús aparcaba delante del hotel Juan Carlos I de Barcelona y recogía a señoras tan estupendas como Concha García Campoy y Carmen Posadas. Empezaba a llover y el resto del grupo, apoltronado ya en nuestros asientos, contemplábamos cómo la señora Posadas protegía su cabellera con el bolso. El autobús tomaba la Diagonal para desembocar en la A-7, totalmente colapsada para los que entraban a la ciudad. Media hora más tarde llegábamos a las cavas Freixenet de Sant Sadurní d'Anoia para asistir a la proclamación del premio gastronómico-literario Sent Soví. Ya no llovía.

En esta maravilla de edificio con techo abovedado los primeros invitados se lanzaban -muy comedidos- a la caza de canapés, que no eran ni croquetas ni olivas, sino fondue de salchichas y trinxat con foie-gras.

Los miembros del jurado de los dos premios se dedicaban a saborear la coca de ceps mientras -unos más que otros- eran atacados por los flashes de la prensa. Además de las dos estupendas señoras ya citadas, aistían, entre otros, José Luis de Vilallonga, Andreu Teixidor, Carmen Casas, Manuel Vázquez Montalbán, Narcís Comadira

, Rafael Aracil, Arcadi Espada...

Poco más tarde pasábamos al comedor, organizado como un banquete de bodas, con mesas muy bien dispuestas y los respectivos nombres en cada plato. El presentador del acto habló de la buena cosecha del 2000. "Sana y con un grado estupendo, la misma excelente cosecha que las obras presentadas, tanto en número como en calidad". Argumentó más tarde que la prensa tenía prisa y que iría al grano, lo que tuvo muy buena respuesta porque se hizo un silencio absoluto que hasta le sorprendió incluso a él. "Están ustedes tan atentos como en el comedor del colegio de cuando era niño, donde siempre había alguien que leía para que calláramos". El Premio Sent Soví, que admite todos los géneros literarios, y el Juan Mari Arzak, de periodismo gastronómico, llevan tres ediciones y están promovido y refrendados por el Grupo Freixenet y la Universidad de Barcelona (Cátedra Sent Soví). Ediciones Destino se compromete a publicar la obra ganadora del Sent Soví.

Yo creía estar cenando con críticos gastronómicos, pero resultaron ser directivos de Freixenet que, junto al responsable del desaparecido restaurante barcelonés L'Odissea, resucitado ahora en un castillo de Orriols, en el Alt Empordà, nos dieron una clase magistral de gastronomía desvelándonos diversos secretos: dónde se encuentran las mejores langostas, en qué corrientes marinas se crían las angulas, qué le sienta bien a un chardonnay, qué le pasa al percebe canadiense, a la sardina cantábrica, al vino chileno, al reciente boom del Priorat... Mientras, nos zampábamos otro invento de la nouvelle cuisine, con sus grandes platos medio vacíos.

Uno de los comensales de nuestra mesa, responsable de Freixenet y conocido en el mundillo como mister Chardonnay por su férrea oposición a mezclar esta variedad vinícola en el cava del Penedès, nos obsequió en exclusiva con una botella de xarel.lo: una alternativa mucho más suave y llevadera que el chardonnay que acompañaba el plato de setas y verduras -por cierto delicioso, aunque etéreo-. Nuestro restaurador se atrevió a repetir de costillar de cordero al horno con puré cremoso de trufas. Y quedó más saciado que los otros, que lo mirábamos con cierta envidia por no haber hecho lo mismo.

Llegaron por fin los premios: el Juan Mari Arzak, a Fernando Savater por el artículo titulado Metafísica gastronómica, publicado en El Correo Español, y el Sent Soví, a Albert Roca por la novela Sobretaula amb càmera fixa. Savater se embolsa un millón de pesetas más una cena para dos personas en el restaurante Arzak, que incluye viaje y estancia. Albert Roca se queda con un millón y medio más una cena en cualquier restaurante del mundo que elija, incluyendo viaje y estancia en primera clase. No está mal.

Nos fuimos en el mismo autobús: llovía a cántaros pero, eso sí, estábamos más contentos y mucho más informados que a la ida.

Carles Ramos

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