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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Estuvo en Madrid

El rey mohamed VI ha desaprovechado, en buena parte, su primer viaje oficial a España para dar a conocer mejor a la opinión pública española su proyecto de país para Marruecos. Ha hablado poco. Queda, pues, pendiente esa explicación más amplia del cambio que pretende impulsar hacia la democracia y la modernización política, económica y social, que desde España se apoya plenamente y que tantas expectativas ha generado en su país y fuera de él.Flaco favor le han hecho a la credibilidad del aperturismo del joven monarca los medios de comunicación, públicos y privados de su país, al censurar unas cautas palabras del rey Juan Carlos sobre la necesidad de que las partes cooperen para resolver el conflicto del Sáhara Occidental en el sentido que apunta la ONU, sin siquiera mencionar el término "referéndum". Queda demostrado no sólo que éste sigue siendo un tema muy espinoso -evitar manifestaciones prosaharauis le llevó a declinar la oferta de dirigirse a las Cortes-, sino también que el entorno del joven rey puede llegar a excederse en su celo.

La visita del rey vecino ha servido para reforzar los vínculos bilaterales, aunque sin llegar a ese proclamado "salto cualitativo" en las relaciones entre España y Marruecos. Los acuerdos en materia de conversión de una parte de la deuda marroquí en inversión española, de financiación de proyectos en el norte del país o de suministro eléctrico han resultado insuficientes para llenar de contenido este primer viaje del hijo de Hassan II. La promesa española de apoyar un acuerdo de asociación de la UE con Marruecos que sirva de modelo para el Magreb tiene un gran potencial, pero habrá que esperar a su desarrollo; en general, la visita ha sabido a poco. Mohamed VI fue sincero al considerar que las relaciones entre Madrid y Rabat no están a la altura de las ambiciones de ambas partes debido, entre otras razones, a la "desconfianza". Ésta anida no sólo en los gobernantes y las administraciones, sino también en los ciudadanos. Justamente por ello, se debería haber hecho un mayor esfuerzo de pedagogía.

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