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El colombiano Santiago Gamboa escribe una novela sobre la felicidad y la memoria

'Vida feliz de un joven llamado Esteban' se sitúa en una línea de autoficción

Una invitación para que cada uno observe el anillo de historias que lo rodean y para evocar la manera como éstas ayudan a delinear el destino es la propuesta de Santiago Gamboa en su novela Vida feliz de un joven llamado Esteban (Ediciones B). El libro del autor colombiano, uno de los escritores más destacados de la nueva generación latinoamericana, fue definido por Almudena Grandes como "una novela sobre la memoria y sus mecanismos".

Versión de Colombia

Es un homenaje a las historias sencillas que se cruzan en el camino. "De cómo mi vida y la de todos es indisoluble de la de los demás porque no es más que el resultado del choque con otras vidas. De la manera cómo la fuerza de existencias ajenas va forzando la nuestra". Ése es el mensaje que ha querido transmitir Gamboa en Vida feliz de un joven llamado Esteban, a cuya presentación, además de Almudena Grandes, acudieron esta semana en Madrid escritores como Jesús Ferrero, Rosa Montero o Paula Izquierdo.Esta tercera novela del escritor colombiano (Bogotá, 1965) -las otras son Páginas de vuelta y Perder es cuestión de método- cuenta la historia de un muchacho "con aspiraciones literarias" desde poco antes de su nacimiento hasta sus primeros pasos en el mundo de los adultos en Europa. El libro se convierte así en un viaje a la memoria en el que aparecen desde pasajes familiares o estudiantiles, e incluso se remonta a las raíces del último gran brote de la violencia de su país, por allá en la década de los cuarenta. "Es una novela sobre la búsqueda de la felicidad como motor de la vida", dijo Grandes.

Para lograr este rosario de historias y testimonios, Gamboa ha desandado su propia biografía, ha tomado prestados episodios ajenos e incursionado así en uno de los géneros literarios cuya tendencia parece aumentar: la autoficción. "Sí, aunque hay mucho material de mi vida no se trata de una autobiografía de autor, porque mis experiencias son usadas sólo como pretexto para crear una ficción", asegura este filólogo y periodista que aspira a que Vida feliz de un joven llamado Esteban siga los pasos de su anterior libro, traducido al italiano, alemán, griego, portugués y francés.

En ese viaje evocador, Gamboa cuenta, por ejemplo, cuándo se cruzó por primera vez en su vida el destino literario que le aguardaba. Fue cuando el niño Esteban aprendió a leer la palabra horizonte y le pidió a su madre que se la explicara: "Es la línea donde todo se termina, lo último que ves detrás". Entonces el niño quiso ver el horizonte, pero.... "Caray, qué complicado. Y así la vida se fue llenando de palabras, y entendí que no todo lo que tiene un nombre puede verse. Los 'pesares', por ejemplo, otra palabra que me gusta por una canción: 'Qué me dejó tu amooooor, que no fueran pesaaaaares...".

Y así, junto a momentos como éstos, la novela va trenzando episodios, hallazgos, dichas y desdichas propias y ajenas. Como el recorrido por los recovecos del amor de su niñera y un muchacho de barrio, que luego será jefe guerrillero, y en medio de ellos un sacerdote español revolucionario y una viuda que sentencia que "nadie sabe lo peligrosa que puede ser una mujer desatendida". Como los asomos a los linderos del suicidio, la pasión y el pasado unidos a las creencias de la reencarnación. O como la visita a los años madrileños de la movida de la mano de un inmigrante encantado con el ajedrez.

El pasado de Colombia se avista en la novela desde finales de los años cuarenta. Desde poco antes de que asesinaran a Jorge Eliécer Gaitán, un candidato a la presidencia, que desataría una espiral de violencia "cuyo primer día de guerra dejó tres mil muertos en Bogotá".

Santiago Gamboa, o mejor, Esteban, tiene su propia versión de su historia nacional, que cuenta ahora "porque esas cosas uno tiene el deber de recordarlas. No por venganza, sino para que haya justicia, pues las páginas de un libro son también el lugar por el que hablan los que ya no están; donde se cuelan y gritan las voces del pasado".Todo narrado en un "tono de confesión, sin olvidar los rincones coloristas cotidianos", asegura Almudena Grandes. Lo cual, agrega la autora de Atlas de geografía humana, lo ha distanciado aún más de los que Gamboa llama "grandísimos maestros latinoamericanos", pero "sin renunciar a la fuerza de su lenguaje y originalidad", añade Grandes. Un representante de esa generación de autores que surgen en todo el continente y que han empezado a ser conocidos en España desde hace un par de años. Es que desde el boom, afirma Gamboa, "América ha cambiado mucho, y la estética literaria que presentamos es más urbana que rural".

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