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La OLP cede a la presión exterior y aplaza sin fecha la proclamación del Estado palestino

Las presiones internacionales han logrado doblegar a los líderes palestinos, que han decidido aplazar sin fecha la proclamación unilateral del Estado de Palestina, programada para el próximo 13 de septiembre. La moratoria, acordada por el Consejo Central de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), celebrado durante el fin de semana en Gaza, reabre de par en par el proceso de negociación con los israelíes, que habían amenazado con retirarse de la mesa de diálogo si Yasir Arafat decretaba por su cuenta y riesgo el nacimiento del nuevo Estado.

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La resolución del Consejo Central de la OLP, adoptada por más de dos tercios de la minicámara (compuesta oficialmente por 127 miembros) supone la derrota de los opositores al presidente Yasir Arafat, quienes, aún estando de acuerdo con la necesidad estratégica de postergar la fecha de nacimiento del Estado de Palestina para posibilitar la reanudación de negociaciones con los israelíes, eran partidarios de establecer una fecha límite, para acotar y no eternizar este diálogo, en su opinión, estéril. Este sector opositor señalaba como fechas convenientes para la proclamación el 15 de noviembre -22º aniversario de la Declaración de Argel- o 1 de enero de 2001, cumpleaños del partido gubernamental Al Fatah.El documento, impuesto a la asamblea gracias al voto de los disciplinados seguidores de Yasir Arafat, conocidos malévolamente como los tunecinos -funcionarios curtidos en el exilio de Túnez-, refuerza al Comité Ejecutivo de la OLP, es decir, al propio presidente palestino, que podrá de manera soberana "tomar las medidas necesarias para proclamar un Estado de Palestina, con Jerusalén como capital, en un periodo próximo", sin tener que dar explicaciones a los demás dirigentes de la OLP.

La fórmula reabre de par en par las puertas de las negociaciones de paz con Israel, sin ningún tipo de presiones, obligando al mismo tiempo al primer ministro israelí, Ehud Barak, a volver a la mesa del diálogo al desaparecer las supuestas coacciones y amenazas de una hipotética proclamación unilateral del futuro Estado de Palestina, lo que, según el dirigente israelí, resultaba no sólo incómodo, sino que, de llevarse a término, hubiera cerrado definitivamente las posibilidades de un acuerdo.

Unas horas después de conocerse el aplazamiento, el secretario general de la Casa Blanca, John Podesta, se felicitó por la decisión y dijo que el presidente Clinton "se mantiene movilizado" para resolver las diferencias entre palestinos e israelíes, a pesar de que Barak y Arafat "son sujetos muy, muy difíciles", afirmó. Del mismo modo, el Gobierno del Reino Unido aplaudió la noticia. "Al igual que nuestros socios europeos, seguimos comprometidos para ayudar a las partes a alcanzar este objetivo histórico que es un acuerdo de Paz", declaró el secretario de Estado del Ministerio de Asuntos Exteriores (Foreign Office) británico, Peter Hain.

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El documento de aplazamiento fue leído anoche en Gaza a la prensa por el presidente del Consejo, Salim Zaanun, el gran derrotado del debate, ya que en un ataque frontal a la posición propugnada por Arafat había condicionado la continuidad en sus cargos políticos a la aprobación de una fórmula de compromiso que incluyera una nueva fecha para la proclamación del Estado de Palestina.

"Nosotros no nos rendimos. Continuaremos con la lucha armada contra Israel", aseguraban los militantes y dirigentes del partido islamista Hamás, la formación política más importante de los territorios autónomos después de la fuerza gubernamental Al Fatah.

Hamás no sólo no participa de la plataforma unitaria de la OLP, sino que se negó también a asistir a los debates de Gaza, a los que en su momento fue especialmente invitado con derecho a voz, pero sin voto. La determinación de los fundamentalistas palestinos por seguir con la lucha armada, al margen del resultado de los inacabables debates sobre el futuro Estado de Palestina, se veía confirmada por las declaraciones oficiales de un alto dirigente del Movimiento de la Resistencia Islámica, Abu Chanab, quien habló ayer a la prensa extranjera en Gaza y esbozó un panorama desolador. "No respetarán nuestros derechos y entonces, una vez más, nuestra lucha será legítima. Incluso me atrevo a asegurar que si el Estado es declarado en una parte del territorio, nosotros seguiremos nuestra resistencia sobre la parte ocupada de nuestra patria", añadió tajantemente el dirigente fundamentalista, y recordó que su organización ya se opuso frontalmente desde un primer momento a los acuerdos de Oslo y al proceso de paz.

Los dirigentes islámicos no están solos. Detrás de ellos tienen a la mayor parte de los habitantes de la franja de Gaza -el 53,3% son menores de 17 años y la media es de seis hijos por familia-, donde se acumulan los problemas estructurales, políticos y económicos, y el índice de paro no cesa de aumentar, a pesar de que los datos oficiales aseguran que es sólo del 11%. Este desempleo aumenta la miseria y alarga las colas de aquellos que tratan de salir del país o conseguir al menos un permiso para trabajar en Israel.

"La ayuda internacional parece diluirse en este arenal", aseguraba ayer un vecino de Gaza. Para este vecino, lo más escandaloso es la visión de un lujoso chalé, situado a pocos metros de la residencia oficial del presidente. Señalándolo con ira, recalca que es propiedad de "Abu Mazen, el número dos, después de Yasir Arafat", como si tratara de descubrir detrás de sus muros los secretos de tanta corrupción y desesperanza palestina.

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