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"Seguro que está ardiendo un turco"

La muerte del punki ha llegado en un momento inoportuno. Esto recuerda que cada vez hay más tumultos provocados por ultraderechistas. "A veces me parece que esto no se va a acabar nunca", dice Elke Rosch, profesora en una escuela de formación profesional. Cada vez que vuelve a la escuela después de las vacaciones se queda asustada por la cantidad de rapados, de chaquetas bómber (de tipo militar) y de botas negras que hay entre los alumnos. En la clase de política con los futuros carpinteros, mecánicos y peluqueros nota muchas veces un sentimiento de disgusto, de odio hacia los extranjeros. Los jóvenes aprovechan toda ocasión para provocar. Los bomberos pasan al lado de la escuela. Uno grita: "Seguro que está ardiendo el puesto de un turco". Todos se ríen. La profesora no sabe qué decir. Un aprendiz de carpintero pinta un montón de cruces gamadas en una hoja de trabajo. Después del recreo, un alumno lleva una gorra con el número 88, que es sinónimo en ciertos medios de ¡Heil Hitler! Problemas hay de sobra. La ciudad de Eberswalde tiene 5.375 habitantes; más del 20% está sin trabajo y tiene pocas perspectivas de volver a encontrarlo algún día. Hay 750 jóvenes de entre 15 y 25 años. Más del 10% de sus habitantes han abandonado la ciudad desde 1989 y los que se han quedado quieren que se les deje en paz.

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La frontera del fascismo en una ciudad alemana
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