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57º FESTIVAL DE VENECIA

"Sigo aferrado a la utopía", afirma el director portugués

No puede decirse que Palabra y utopía, la última película del director portugués Manoel de Oliveira, que ayer se presentó en Venecia, donde compite por el León de Oro, sea un filme fácil. Se trata del resumen (de dos horas de duración) de los sermones del sacerdote jesuita Antonio Vieira, que vivió entre Brasil y Portugal en el siglo XVII.El padre Vieira tuvo dos enemigos esenciales, la Inquisición en Portugal ("mucho más dura que la española", puntualizó Oliveira) y los colonos esclavistas de Brasil. Pero no es la vida del padre jesuita lo que interesa al veterano director lusitano, que ha cumplido ya 92 años. "Yo quería filmar las palabras de Vieira", dijo en la conferencia de prensa, con respuestas en francés por falta de traductor. Los espléndidos sermones que tanto admiraría Fernando Pessoa y que en Venecia, sin embargo, dejaron despoblada la sala de proyección.

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No sin cierta amargura, el veterano Oliveira explicaba ayer que en el siglo apenas concluido, en el que le ha tocado vivir, "yo me he enfrentado también, como el padre Vieira, a la Inquisición cinematográfica", pensando seguramente en los años de la dictadura de Salazar. Pero la incomprensión del gran público parece afectarle menos. "Hay otra cosa que me une a Antonio Vieira", añadió el director, "yo también sigo aferrado a la utopía, la realidad no me interesa".

Personaje diferente

Palabra y utopía ha sido rodada en un portugués muy brasileño, con vocales abiertas, e interpretado por tres actores principales que representan al protagonista en su juventud, en su madurez y en la vejez. "Es cierto que cada uno parece un personaje diferente, pero es que los seres humanos no somos los mismos a lo largo de nuestra vida", dijo Oliveira. "Primero, Vieira es muy apasionado; luego, más reposado, y ya en la vejez, un hombre desilusionado".Más cómica resultó la intervención del equipo surcoreano que ha presentado en Venecia la película La isla, un filme con escenas de extrema crudeza que ha producido el desvanecimiento de algún periodista en la sala de proyección. En este caso, la traducción quedó a cargo de un sujeto experto en coreano, pero que, como se vería enseguida, no sabía prácticamente una palabra de italiano. La conferencia de prensa alcanzó grados de incongruencia dignos de los hermanos Marx, hasta que una de las organizadoras de la Mostra optó por interrumpirla.

Por otro lado, la actriz norteamericana Sharon Stone criticó al Papa, en el curso de una velada benéfica por su postura contra el sida. "¿Cómo se puede oponer al uso de preservativos cuando esa tremenda enfermedad se transmite por vía sexual?", se preguntó la actriz, que no entiende por qué el Vaticano se interpone entre una enfermedad que afecta a 34 millones de personas.

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