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El renacer de un mercado

Las obras del edificio de L'Eixample devolverán al barrio valenciano un recinto adecuado a las nuevas necesidades

La Reina del Mercado de Colón, Elenita Durá, elegida por sufragio popular en 1916 con motivo de la inauguración del edificio no podría menos que sorprenderse ante el aspecto que ofrece actualmente esta obra emblamática del modernismo valenciano. Algo más de ocho décadas después de abrir sus puertas, el recinto enclavado en el corazón de L'Eixample se encuentra inmerso en un intenso trasiego de obreros y maquinaria pesada que tratan de devolver al edificio su aspecto original y adaptarlo a las necesidades del nuevo siglo.La baja calidad y heterogeneidad del terreno sobre el que se asienta, combinados con el antiguo paso de una acequia han dejado una notable huella en la salud del mercado. Especialmente sensible al paso del tiempo han sido la estructura metálica central que une las dos fachadas, que sufre afecciones combinadas de corrosión y hundimiento de los pilares de fundición a causa del descenso del suelo. Precisamente, este efecto ha causado también la inclinación del canalón que recogía el agua de lluvia de la cubierta, un hecho que ha incidido en el mal estado de los voladizos, como apunta el responsable del proyecto y director de la obra, Luis López Silgo, que coordina el Servicio de Proyectos Urbanos del Ayuntamiento de Valencia.

Estos aspectos ocuparán parte de los trabajos de recuperación del inmueble. A ellos se unirán la rehabilitación integral de las dos portadas de ladrillo con basamento de piedra situadas en los extremos del mercado, la valla perimetral forjada y la multitud de elementos decorativos que revisten el edificio. El mercado, fruto del proyecto de 1913 del arquitecto municipal de L'Eixample, Francisco Mora, cuidó al máximo hasta los menores detalles y recurrió a artistas de primera fila: la estructura de hierro corrió a cargo de Estanislao Capilla, los mosaicos y baldosines hidráulicos son obra de Luis Bru, el mosaico veneciano de la casa Maumejean y las cerámicas de José Ros -artista de La Ceramo- y Valencia Industrial.

En todo el proceso de desmontaje y reposición está presente un registro individualizado de cada pieza y de los lugares donde son depositadas para su restauración, acompañado de un seguimiento fotográfico que garantice la seguridad de los trabajos. Actualmente, las labores se centran en desmontar los voladizos, que ha dejado a la estructura metálica en un menguado esqueleto. Junto a ello, se está contruyendo lo que supone la auténtica novedad del edificio, un recinto subterráneo de cuatro niveles, destinado a albergar un aparcamiento en sus tres plantas inferiores. Está previsto que este trabajo concluya antes del próximo verano, fecha a partir de la cual se procederá a la habilitación interior y dotación de instalaciones. El semisótano se acondicionará para acoger al nuevo mercado, cámaras frigoríficas y demás necesidades de los comerciantes, además de nuevos comercios. De esta forma, se alcanzará el objetivo de dejar diáfana la superficie, que se dedicará a servicios -quioscos, cafeterías- y actividades de ocio.

El resultado devolverá a los vecinos de L'Eixample noble, que a finales del siglo XIX recibió a las clases más acomodadas de la burguesía valenciana, el mercado que reclamaron desde las últimas décadas del siglo pasado, ante las incomodidades que les suponía tener que acudir para aprovisionarse al Mercado Central, un edificio del mismo movimiento artístico y contemporáneo al de Colón. Quizás entonces, vuelva a sonar el Himne al Mercat de Colom, obra de por Enrique Durán Tortajada, compuesto para su inauguración, el 24 de diciembre de 1916.

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