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Un estudio amplía la capacidad de transmisión del mal de las 'vacas locas'

Resultados inesperados

Un estudio británico basado en pruebas de laboratorio abre la posibilidad de que los humanos transporten, de por vida, el equivalente del mal de las vacas locas sin llegar a enfermar. El experimento, llevado a cabo en ratones, confirma que la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) puede transmitirse de una especie a otra sin que se lleguen a detectar sus síntomas clínicos. Los nuevos datos abren las puertas a que no sólo vacas, sino también cerdos, corderos y gallinas, incuben la infección sin mostrar signos de contagio ni llegar a enfermar. El salto a la cadena alimenticia humana a través de estos animales aparentemente saludables no se puede descartar.

El informe muestra que ciertas variantes de priones, el agente causante del mal, pueden transmitirse en el laboratorio de un hámster a ratones. La infección permanece en estado latente durante años sin que se aprecien síntomas de la enfermedad. De replicarse en su equivalente humano, el mal de Creutzfeldt-Jakob (CJB), implicaría que un número indeterminado de personas podrían transportar la infección sin llegar a desarrollar la mortal enfermedad.

Dirigido en Londres por el profesor John Collinge, del Consejo de Investigación Médica, el estudio indica que la citada encefalopatía puede existir en estado "sub-clínico", término científico para describir la presencia de altos niveles de agentes infecciosos, sin que necesariamente conduzca al desarrollo del mal de las vacas locas. "Suscita la posibilidad teórica de que ganado aparentemente con buena salud puede albergar EEB sin mostrar signos clínicos", explicó el profesor Andrew Hill, colaborador de Collinge. Hill reconoce que será necesario realizar nuevas pruebas de laboratorio, con diferentes variantes de priones, pero admite a priori que los resultados del informe publicado en Proceedings of The National Academy of Sciences "han sido inesperados". "Implica que tendremos que reevaluar la forma en que conducimos los estudios sobre barreras entre especies", afirmó Hill. Se pensaba, hasta la fecha, que los ratones ofrecían obstáculos inquebrantables al contagio del mal de las vacas locas.

Los ratones infectados con priones de un hámster no enfermaban. Pero, en una segunda fase, priones de estos ratones sin síntomas del mal transmitieron la infección y la enfermedad a otro grupo de roedores. El Gobierno de Tony Blair resaltó ayer que los controles existentes son suficientes para proteger la salud pública. Desde 1996, fecha del primer caso conocido de la variante humana, 79 personas han muerto en el Reino Unido tras comer carne contaminada o entrar en contacto con vacuno infectado. La última víctima lucha hoy en un hospital inglés contra esta enfermedad incurable que ataca el cerebro. El mal se ha diagnosticado en 178.000 vacas en el Reino Unido.

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