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Chávez, un caudillo radical en Latinoamérica

Las visitas del presidente de Venezuela a los más destacados enemigos de EE UU en el mundo confirman el estilo desafiante que quiere asumir

"Si quisiera ir al infierno y hablar con el mismo diablo, incluso si sólo fuera para oler el sulfuro, lo haría porque somos libres y soberanos y no necesitamos que alguien nos diga adónde ir". Imperturbable a la rabieta de Washington, el presidente venezolano, Hugo Chávez, defiende con soberbia su derecho a reunirse con quien quiera, incluidos archienemigos de EE UU como Sadam Husein y Muammar el Gaddafi. El último golpe de efecto del presidente venezolano ha dejado boquiabierta a más de una potencia occidental. Durante 10 días ha recorrido las capitales de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en una gira que se ha convertido en un desafío a EE UU. Chávez pisó tierra de los dos países más satanizados, Irak y Libia, donde fue recibido por sus máximos líderes, tomó por sorpresa el liderazgo del cartel petrolero y se atrevió a retar a la primera potencia en un tema tan sensible como el precio del crudo.El presidente de Venezuela ha sido el primer gobernante electo que visita al líder iraquí, Sadam Husein, desde la guerra del Golfo. Cruzó el desierto por tierra desde Irán a Irak, y en Bagdad aseguró que no estaba al corriente de la prohibición de sobrevolar el territorio iraquí por las sanciones de la ONU. El gesto no sentó nada bien a la Administración estadounidense, que lo calificó como "un mal precedente". La secretaria de Estado, Madeleine Albright, ha dejado constancia de ello en su reciente gira por América Latina, en la que no ha perdido ocasión para referirse al díscolo Chávez. "Habrá que mandarle una crema para que no se vaya a sobreirritar", respondió en tono provocador el presidente venezolano.

Con los efectos latentes de la visita a Bagdad, Chávez aterrizaba días después en otra capital prohibida: Trípoli. Allí fue recibido con todos los honores por el líder de la revolución libia, Muammar el Gaddafi, enemigo declarado de EE UU y sujeto a un embargo aéreo y otras sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU desde marzo de 1992 por la supuesta participación de agentes libios en el atentado contra un avión de la Panam en Lockerbie (Escocia) que causó 270 muertos. Las sanciones fueron suspendidas en abril del año pasado después de que las autoridades libias entregaran a dos sospechosos. Libia e Irak figuran todavía en la lista que elabora periódicamente el Departamento de Estado sobre naciones que promueven el terrorismo.

La televisión libia dio amplia cobertura a la visita de Chávez, que apareció en numerosas imágenes acompañado de Gaddafi. Los parabienes fueron mutuos y no faltaron las declaraciones grandilocuentes. "Somos hermanos de la misma causa, la dignidad ante todo, y Libia ha dado un ejemplo de eso. La revolución bolivariana se abraza a la de la revolución libia", dijo el venezolano. A lo que su anfitrión respondió con elogios a "los esfuerzos del presidente Chávez para conseguir la unidad entre los países latinoamericanos".

El antiguo teniente coronel de paracaidistas que en 1992 encabezó un golpe de Estado fallido contra el Gobierno de Carlos Andrés Pérez ha puesto el dedo en algunas de las llagas de política exterior que más duelen a EE UU. Pero al mismo tiempo ha visto cómo su proyección internacional crecía en el curso de la gira por los países petroleros. Nada más proclamarse de nuevo vencedor en las elecciones generales de Venezuela, el pasado 30 de julio, Chávez tomó el avión e inició un periplo que le llevó a Irán, Irak, Indonesia, Libia, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Kuwait, Nigeria y Argelia. En cada una de las escalas invitó personalmente a todos sus colegas a la primera cumbre que realizará la OPEP en los últimos 25 años y la segunda en toda su historia, el mes próximo, en Caracas. Seis jefes de Estado han aceptado la invitación para acudir a la capital venezolana los días 27 y 28 de septiembre. Los cuatro restantes -Libia, Arabia Saudí, Irak y Kuwait- han excusado su asistencia, aunque enviarán emisarios.

La acogida dispensada al líder venezolano varió según los países. Cuesta imaginar una entusiasta recepción al nuevo caudillo latinoamericano de verbo revolucionario en las monarquías conservadoras del Golfo, aunque en Arabia Saudí, principal exportador de petróleo, Chávez fue recibido con todos los honores por el rey Fahd.

A lo largo de toda la gira, habló de los precios del petróleo, que en los últimos días se encaramaron hasta los 30 dólares el barril, el nivel más alto en los últimos 10 años. "Mantener un precio justo y aceptable es una necesidad tanto para las naciones productoras como para las consumidoras", repitió en los distintos foros en que intervino. En Argel, última etapa, dijo que la gira fue un éxito y reiteró la necesidad de una nueva estrategia del cartel petrolero: "Necesitamos una nueva OPEP. Necesitamos relanzar la organización, pues el mundo cambia y no debemos ponernos de rodillas", en clara alusión a la frase del ex presidente norteamericano Ronald Reagan de que Occidente había puesto a la OPEP de rodillas durante la crisis de precios del petróleo en 1986.

Chávez trató de convertir su gira en una tribuna desde la que difundir su discurso revolucionario en nombre de los países en vías de desarrollo. Definió la OPEP como "un instrumento estratégico" para el desarrollo de una gran parte de países del Tercer Mundo, por lo que sus miembros deben tenerlo en cuenta y no dejar escapar "esta arma". Recordó que, cuando asumió el poder en febrero de 1999, el precio de exportación del petróleo venezolano era de siete dólares el barril, "una sentencia de muerte para la OPEP", y respaldó la banda de precios fijada entre 22 y 28 dólares el barril.

Pero el líder venezolano ha puesto de relieve que su obsesión no es sólo el precio. Pretende asignar un nuevo papel al cartel petrolero, que en sus 40 años de existencia ha mostrado las profundas diferencias políticas y religiosas entre sus miembros. Frente a esa realidad, el refuerzo de los lazos entre los países miembros y el aumento de la importancia del cartel que reclama Chávez suena a quimera. "Proponemos la creación de un banco de la OPEP con el fin de financiar nuestro desarrollo, así como la creación de una universidad de la OPEP para permitir a nuestros hijos cultivarse y aprender", dijo en Argel.

Los mercados ven con preocupación la cumbre de Caracas, que se celebrará a fines de septiembre, de la podría salir un aumento del precio del crudo, y los primeros analistas del sector que han opinado sobre la gira de Chávez advierten que lo peor que se puede hacer para lograr la unidad de la OPEP es involucrar a la organización en cuestiones políticas, según ha señalado el ex ministro de Energía y Minas de Venezuela Humberto Calderón, que presidió la OPEP entre 1979 y 1980.

El ex presidente Carlos Andrés Pérez declaró desde Miami que le parecía "temerario desafiar a Washington o a la ONU. Chávez no puede estar dando demostraciones de lo que le venga en gana". Al ex canciller Ramón Escobar Salóm le parecen "inútiles" las reuniones que ha sostenido Chávez con Husein y Gaddafi y un desafío innecesario "porque la politización de la OPEP ha fracasado en el pasado y los precios no dependen de lo que haga Chávez, sino del comportamiento del mercado".

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