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Putin intenta salvar su imagen desde su oficina en el Kremlin

El presidente ruso, Vladímir Putin, continuó ayer sus esfuerzos para salvar la cara y mejorar su imagen, muy deteriorada por haber seguido de vacaciones en la playa, a orillas del mar Negro, mientras se desarrollaba la tragedia del Kursk en las frías aguas del mar de Barents. Por la mañana, se presentó en su despacho en el Kremlin, donde trató de la marcha de la crisis con el primer ministro, Mijaíl Kasiánov, el secretario del Consejo de Seguridad Nacional, Serguéi Ivanov, y el ministro de Defensa, Ígor Serguéyev.Putin ha dicho que, de momento, no tiene previsto ir a la zona en la que se hundió el submarino atómico, y que permanecerá cumpliendo sus labores de jefe de Estado en Moscú. Sin embargo, en Múrmansk y Severomorsk, la base de la Flota del Norte, ya se preparan para recibirlo. Incluso hay fuentes que aseguran que Putin podría llegar hoy mismo al escenario de la tragedia. Las malas lenguas pronostican que esperará hasta los funerales. Por mucha cara compungida que presente entonces no le será fácil recuperar la popularidad perdida por su aparente indiferencia.

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El submarino 'Kursk' es ya una fosa común

El líder ruso ha comprendido muy probablemente que cometió un gran error al no saltar de inmediato a la palestra y vender a sus -compatriotas la imagen de que, por encima de todo (incluso de los secretos militares que pueda encerrar el Kursk), estaba la vida de los 118 hombres atrapados en el fondo del mar. El precio del error le ha costado caro: le han dicho de todo, desde mudo y mentiroso hasta amoral y sin honor.

Cuando al fin reaccionó, tuvo que pedir a sus colegas de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) -integrada por 12 repúblicas de las 15 que tenía la URSS- que redujeran la cumbre de Yalta, Crimea, a un día, en lugar de los dos previstos. Esa reunión pasó casi desapercibida a causa de la tragedia que continúa desarrollándose en el mar de Barents.

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