Putin regresa a Moscú tras admitir que hay pocas esperanzas para los marinos del 'Kursk'
Vladímir Putin intentó ayer justificarse por haber permanecido alejado del lugar del hundimiento del submarino atómico Kursk y respondió así a la lluvia de críticas que ha caído sobre él. El presidente ruso aseguró que su primera reacción fue salir corriendo hacia Severomosk, pero que después recapacitó. Al mismo tiempo defendió a los militares y aseguró que le habían informado de inmediato del accidente y que desde el primer momento se había hecho todo para salvar a la tripulación atrapada a 108 metros de profundidad, pero que el principal impedimento había sido el mal tiempo.
Putin aseguró que Rusia nunca había rechazado la ayuda extranjera. El líder ruso trató de recuperar los puntos perdidos ante la opinión pública y, sin quererlo, mostró que el diario Izvestia tenía razón cuando escribió que "la mentira es una característica del poder ruso"."Mi primer deseo fue volar inmediatamente al lugar del hundimiento del Kursk. Pero me contuve y creo que hice bien. La llegada al lugar de la tragedia de funcionarios de alto nivel que no son especialistas no ayuda y las más de las veces estorba", declaró Putin en Crimea, donde participaba en una cumbre informal de los líderes de los países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Y concluyó: "Todos deben estar en sus puestos". Es decir, que su puesto estaba en la playa, en Sochi, a orillas del mar Negro, donde permaneció toda la semana descansado, sin considerar necesario interrumpir sus vacaciones.
Putin reveló que "en cuanto el día 12 a las 23.00 horas se perdió la comunicación con el navío, los militares comprendieron que había una situación de emergencia. De inmediato se tomaron las medidas para desarrollar las labores de salvamento", pero la tormenta y el mal tiempo fueron los principales obstáculos.
Sin embargo, según el Centro Hidrometeorológico de Rusia, el tiempo permitía comenzar de inmediato las operaciones de rescate. El sábado 12, cuando el Kursk se fue a pique, el viento era débil, con aumento a moderado (entre tres y cinco metros por segundo), y el oleaje no más de 1,5 metros de altura, tiempo que se mantuvo durante todo el domingo. El lunes el viento aumentó a entre 10 y 15 metros por segundo y la altura de las olas llegaba a tres metros. Pero Serguéi Sokolov, jefe del departamento de pronósticos hidrológicos marinos del Centro Hidrometeorológico, explicó al diario Kommersant que aunque esas condiciones se consideran desfavorables, sin duda permitían realizar las labores de salvamento. Sólo el martes 15, cuando la primera cápsula trató de acoplarse al Kursk, el viento aumentó a 20 metros por segundo y comenzó una verdadera tormenta. Al atardecer, el viento se calmó.
El presidente ruso declaró que en cuanto se supo sobre el accidente conversó con el ministro de Defensa, mariscal Ígor Serguéyev, y con el comandante jefe de la Marina, almirante Vladímir Kuroyédov. Serguéyev ya entonces le dijo que "las posibilidades de salvar a la tripulación eran pocas". Tanto el mariscal como el almirante le aseguraron que Rusia "dispone de todos los medios necesarios para los trabajos de salvamento". Y la llegada de medios extranjeros al lugar de la tragedia "no hubieran hecho mejorar el tiempo", que según el presidente era el principal impedimento que tenían los buques rusos.
Por lo demás, Rusia "nunca rechazó la ayuda y la aceptó en cuanto la propusieron", afirmó. Pero el ministro de Exteriores, Ígor Ivanov, la descartó, lo que el martes provocó la airada reacción del líder de la derecha rusa, Borís Nemtsov.
El último presidente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, señaló ayer que Putin había cometido un "error grave" al no trasladarse a la zona del accidente. y estimó que "se ha dejado pasar el momento" de salvar a la tripulación del submarino atómico accidentado.
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