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Siete salvavidas en Las Barranquillas

Siete salvavidas ayudan a mantenerse a flote a los miles de drogodependientes que frecuentan el poblado marginal vallecano de Las Barranquillas. Algunos son entidades como Universida, Médicos del Mundo y Radar, que trabajan con la Agencia Antidroga para reducir el daño que la adicción causa en los casi 4.000 toxicómanos que cada día acuden a este hiper de la droga. Realizan curas y derivaciones a centros asistenciales, cambian jeringuillas usadas por otras nuevas y facilitan preservativos. El resto son grupos de cristianos evangélicos como Remar, Reto y Betel, que reparten comida (yogures, zumos, galletas...) entre los toxicómanos más desarraigados que no son capaces de acercarse a los comedores públicos y para los que estas chucherías son el único alimento del día.

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Desde el 24 de mayo existe un séptimo salvavidas: la narcosala abierta por la Agencia Antidroga, donde los drogodependientes, además de obtener jeringuillas, pueden pincharse bajo control médico y recibir atención social y sanitaria. Este centro atiende situaciones de emergencia como sobredosis, pero si es necesario el traslado del enfermo a un centro hospitalario avisan al Samur.

Los agentes de salud de Universida, todos ellos ex toxicómanos que ayudan a personas inmersas en adicciones y problemas que ellos dejaron atrás, entregaron el año pasado en Las Barranquillas 240.271 jeringuillas nuevas, con agua destilada y una toallita desinfectante y recogieron 215.473 usadas. También repartieron 51.885 preservativos y 12.811 unidades de ácido cítrico. Dicho ácido se utiliza para disolver la heroína sin recurrir al jugo de limón, que puede producir candidiasis si la fruta está pasada. Realizaron, asimismo, 2.354 derivaciones a centros asistenciales.

Por su parte, Médicos del Mundo ha entregado, de enero a julio, 35.152 hipodérmicas nuevas en Las Barranquillas.

La misión de Radar, una empresa que trabaja para la Agencia, es también de atención sanitaria de urgencia, ya que el equipo está formado por un enfermero y un trabajador social. En 1999 repartieron 901.000 hipodérmicas y 93.604 preservativos en los poblados marginales donde trabajan: La Celsa (ya desmantelado), La Rosilla (casi derribado) y Las Barranquillas.

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Algunos toxicómanos recogen jeringuillas usadas del suelo para cambiárselas a estas entidades por otras nuevas y venderlas después a otros drogodependientes. Pero ni a las asociaciones ni a las instituciones les preocupa este trapicheo porque el objetivo es que nadie utilice una jeringuilla usada, una medida básica para evitar el sida.

Para octubre o noviembre se prevé instalar en Las Barranquillas el centro de emergencia que ahora funciona en La Rosilla. Ahí los toxicómanos pueden ducharse, comer caliente y recibir atención médica.

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