El líder socialista pide al jefe del Gobierno un gran pacto social sobre la inmigración
La obsesión del PSOE por las consecuencias políticas, humanas, laborales y sociales de la inmigración fue trasladada ayer al presidente del Gobierno, José María Aznar, por el recién elegido secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero. El nuevo líder del PSOE pidió al jefe del Ejecutivo un acuerdo nacional en la política de inmigración igual al que hubo para la transición española a la democracia. El jefe del Ejecutivo compartió la preocupación, pero no se comprometió a nada concreto. Aznar, por su parte, marcó la pauta sobre el análisis de la "estructura del Estado, instando al PSOE al consenso desde asuntos como la financiación autonómica, Ley de Humanidades o Plan Hidrológico".
No se puede hablar de acuerdo entre Aznar y Zapatero en ninguna de estas materias sino de un primer intercambio de análisis sobre ellas entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición. Sí quedó claro, en cambio, cuáles eran las prioridades, no coincidentes, de cada uno. Zapatero quería hablar de inmigración y Aznar de la articulación del Estado, asuntos sobre los que el Gobierno y el PSOE discrepan. "El presidente me ha escuchado y espero algo más que esa actitud de escucha, porque para los socialistas la inmigración es un asunto central", afirmó Zapatero tras la entrevista con Aznar.
"La conversación se ha movido mucho más en el terreno de los principios que en asuntos prácticos y téngase en cuenta que el texto sobre la nueva Ley de Inmigración sigue su proceso y será en el Parlamento donde se discuta". Esta respuesta del portavoz del Gobierno, Pío Cabanillas, indica que no hubo respuesta afirmativa por parte del Ejecutivo sino que la posibilidad de acercamiento se producirá eventualmente en la tramitación de la ley, que en principio cuenta con el rechazo genérico del PSOE.
De entrada, el planteamiento del PSOE va mucho más allá de la Cortes Generales ya que, a su entender, las implicaciones de la inmigración son de tal calibre que hace necesaria la intervención y el pacto de otros muchos actores, además de los representantes de la soberanía popular. Empresarios, sindicatos, ayuntamientos, comunidades autónomas y organizaciones sociales deberían ser protagonistas del "acuerdo nacional en la política de inmigración" que pide Zapatero. "Al igual que las generaciones actuales disfrutan del gran consenso de la transición a la democracia en España, ahora toca hacer lo mismo con la inmigración para que el país no se desgarre", señaló Zapatero.
Por parte del Gobierno, según interlocutores oficiales, hubo receptividad pero ningún compromiso, alejándose tanto de soluciones sólo humanitarias, tampoco de orden público y ni siquiera de leyes. Pero todas ellas deben de ser contempladas, señaló un portavoz gubernamental.
El presidente Gobierno, mientras, quiso hablar de la "estructura del Estado". "El señor Aznar me ha mostrado su interés por el diálogo pero no se ha abierto por ello de momento ninguna expectativa. El jefe del Ejecutivo, en efecto, no habló específicamente de un solo aspecto de la articulación territorial de España, sino que relacionó muchas políticas y materias que conducen, a su juicio, a la cohesión de España. Desde la financiación autonómica, cuya negociación debe empezar al finalizar el año, hasta el Plan Hidrológico sin olvidar la Ley de Humanidades. Sobre todo ello existe absoluta desconexión entre el Gobierno y el PSOE. Como última pincelada se citó la política europea. A partir de septiembre se verá si es posible concretar algún acuerdo cuando Gobierno y PSOE enfrenten sus proyectos.
Si Zapatero se estrenó ayer como interlocutor del Gobierno en nombre de su partido, hoy dirigirá la primera reunión de la nueva Ejecutiva socialista. Habrá pocos nombramientos. Jesús Caldera, diputado por Salamanca, será el nuevo portavoz del PSOE en el Congreso y sustituirá así en el cargo al asturiano Luis Martínez Noval. No habrá modificaciones en la portavocía del Senado, que seguirá ocupando el burgalés Juan José Laborda, por expreso deseo de José Luis Rodríguez Zapatero.
Maragall, a Toledo
El interés de la nueva ejecutiva está ahora en ponerse a trabajar "para los ciudadanos" después de haber estado durante ttres meses ocupados de sí mismos. La preocupación de la nueva ejecutiva también está en que las heridas que estén abiertas puedan cerrarse.Y, especialmente, si las hay, en la Federación de Castilla-La Mancha, y el presidente de la región, José Bono. Esta federación comienza hoy su congreso en el que reelegirá como secretario general a José María Barreda. En este primer día de congreso regional acudirá el presidente del PSC, Pascual Maragall, para mostrar su apoyo a José Bono y a esta federación.Esta mañana, José Bono tendrá su primera aparición pública desde el congreso federal del fin de semana que le llevó a la derrota frente a Rodríguez Zapatero, quien se trasladará el sábado a la clausura del congreso. Bono abrirá el congreso con una salutación a sus compañeros en la que puede dar una clave sobre sus intenciones de futuro. Existe cierta expectación, no exenta de preocupación, por conocer el estado de ánimo personal y político del presidente castellano manchego.
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