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'Chanson'

Vicente Molina Foix

¿Le gusta a algún menor de treinta años la canción francesa? ¿Le gusta a alguno de ellos la canción? Canción en el sentido francés de la palabra, que se remonta al siglo XIII, y aun antes; hay pocas diferencias entre Jacques Brel o Leo Ferré y lo que unos quebradizos trovadores medievales cantaban a sus amadas, casi siempre diluidas antes del acto.Acaba de salir un maravilloso disco que no sé quién va a comprar, aparte de mí y otros nostálgicos de una bella mujer superviviente. ¿Lo comprarán los jóvenes modernos por el reclamo de Iggy Pop, Eric Clapton o el dúo tecno Air, que colaboran, entre otros popes de la música pop, en la grabación? Sin embargo, el disco Clair-Obscur (editado por Virgin) está en la más auténtica estela de la chanson, la "arisca, vil y bella", como la denominó Jaime Gil de Biedma en su hermosa elegía a la canción francesa. Reconozco,por otro lado, que cuando yo -sobre los quince años- me aficioné a Françoise Hardy, autora de Clair-Obscur, ni había leído al poeta barcelonés ni entendía de tradiciones trovadorescas. Sólo me sabía, como "todos los chicos y chicas de mi edad que se paseaban de dos en dos por las calles" (de Alicante o París), ese estribillo de la canción de Hardy que sigue, lo compruebo, inolvidable para muchísimos.

En los más antiguos cancioneros galaico-portugueses y provenzales, el poeta se apena por el amigo o la novia perdida, y esa queja sigue igual de amarga pasados cientos de años. Los mejores intérpretes franceses del siglo XX le dieron al esquema lírico un punto lúgubre y canalla: "Tu mundo de noches, con el chico y la chica / entrelazados, de pie en un quicio oscuro", según los versos de Gil de Biedma hablándole de tú a la chanson. Pero Françoise Hardy era guapa, esbelta y limpia, sin llegar, ¡eso no!, a la higiene oxigenada de aquellas rubias de poca estatura, Sylvie Vartan o France Gall, tan dadas a dar saltos mientras cantaban, no sé si por retacas.

Ahora, Hardy ya tiene 56 años y sigue guapa y cantante,aunque su cara se ha puesto un poco existencialista; el negro favorece a los maduros. O les da una tiniebla aprovechada. En sus letras no hay excesivo infierno, ni condena,pero sí esa melancolía del apagón -también francesa; qué cantidad de cosas han patentado estos vecinos nuestros- que nos pone tristes a la vez que prepara el despertar resacoso del día siguiente. Edith Piaf, Trenet, Brel, Brassens, Moustaki, Juliette Greco. ¿Soy herético por poner estos nombres y a continuación el de la antigua reina de las canciones lentas en los guateques? Un poco. Hardy conserva maneras y querencias del mundo pop, pero este disco, el vigésimo octavo de su carrera, lo estampa con los méritos del aprendiz en el cuadro de honor de la chanson.

Clair-Obscur se abre con un delicioso dúo medio-dicho y medio-cantado con Jacques Dutronc, otro ídolo juvenil de cuando entonces. Hardy y Dutronc se hicieron novios,tuvieron un hijo, se separaron, y en el dúo, Puisque vous partez en voyage, aparte de la guitarra que toca el hijo,Thomas, hay, creo yo, un fuego cruzado de referencias personales, por mucho que la canción sea un clásico de 1935. Es preciso haber sufrido muchos amaneceres en vela, en solitario, para cantar con la languidez morbosa, histriónica, de estos dos bellos a los que el tiempo ha hecho tenebrosos.

También Hardy hace versiones de contemporáneos, y entre ellas Un homme est mort, sorprendente variación de la bonita pieza original de José María Cano. Destacan en el disco las composiciones escritas por la cantante y Alain Lubrano, y sobre todo la última, La vérité des choses, que me estaría horas oyendo. La primera estrofa dice así: "Barrer el polvo que se amontona. / Olvidar las historias personales. / Mirar el cielo. / Ir hacia lo esencial". Son palabras prosaicas, aunque sospecho que reveladoras, pero claro, hay que oírlas cantar por Françoise Hardy, no leerlas traducidas por mí, para entender cabalmente su programa vital. La artista se detiene una y otra vez -como si las quisiera conjurar- en las cuatro palabras de su título: la verdad de las cosas. Y la frase se hace letanía: "Despejar la verdad de las cosas, desenredar las causas de todas las preguntas planteadas". Hardy, irónica y dolorida, susurrante, confidencial. Hardy o la nueva "rosa de lo sórdido".

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